lunes, 7 de noviembre de 2011

Camino Soria



—Buenos días, señor lugareño, si me permite que le llame así ¿Sería usted tan amable de decirme si voy bien para Soria?

—Buenos días, señor. Sí.

—¿Sí, que? ¿Voy bien?

—No... Bueno, sí... Quiero decir que sí que le permito que me llame señor lugareño, puesto que eso es lo que soy, o mejor dicho, de lo que ejerzo. Como usted sabrá, todos tenemos un papel que representar en este mundo de tránsito, y a mí me ha tocado en suerte el de pastor. Pero es bonito, no crea; las ovejas saben escuchar y son una buena compañía; el paisaje, aquí junto al río, es inmejorable, y el trabajo deja mucho tiempo libre para leer a Proust y meditar sobre el tiempo perdido, valga la redundancia. Lo único que me carga un poco ¿sabe usted? es el tener siempre de fondo “La Primavera” de Vivaldi. Yo creo que un poco de “new age” no estaría mal, para variar, y no le quitaría ni un ápice de bucólica serenidad a esta pastoril escena que a usted le ha sido dado contemplar.

—Ah... ¿y, en cuanto a lo de Soria, que me dice?

—Ajá, Soria... Podría hablarle largo y tendido sobre Soria... su situación geográfica, su clima, su historia... Soria, sí... En lo que ando un poco más pez es en lo de su demografía, y es que a mí, las estadísticas...

—Pero no..., verá... Yo, lo que quiero saber, es si voy bien para Soria.

—¡Huy!, pues, siendo así, me pone usted en un brete. Teniendo en cuenta que no hemos sido presentados, me resulta un tanto violento el tener que responder a esa pregunta. No obstante, lo haré. Si nota una cierta crudeza en mi respuesta, no lo tome como algo personal, ya que, como le he dicho hace tres o cuatro líneas, no nos conocemos. Bueno, allá voy: No, no va usted bien para Soria... el traje de Armani está bien, pero la corbata de Ágata Ruiz de la Prada dice muy poco en favor de su buen gusto, y no me venga ahora con aquello de que es divertida... Por otra parte, el hatillo hecho con el pañuelo de Hermés me parece excesivamente llamativo ¡Hombre, por Dios! Si Machado levantase la cabeza... Soria requiere algo más sobrio.

—Discúlpeme, señor lugareño, pero he de hacerle notar que ha incurrido usted en un error, que no es otro que el de creer que le estoy preguntando por mi atuendo, cuando lo único que yo pretendo es saber si llevo la dirección correcta para llegar a Soria... Aunque si hemos de tocar el tema de la indumentaria...

—Ah, ya veo que ha reparado usted en las preciosas mallas de piel de leopardo que ciñen mis miembros inferiores ¿no cree que se integran muy bien en el paisaje? Yo así lo creo. Por supuesto, son falsas, de nylon; yo soy ecologista hasta la médula, aunque no estoy muy seguro de que durante su fabricación no se haya contaminado algún hábitat y puesto en peligro de extinción a diversas especies animales y vegetales. Bueno... y, en otro orden de cosas ¿qué le trae a usted por aquí?

—Pues, como podrá adivinar por el polvoriento y gastado aspecto de mis zapatos, lo que me ha traído hasta aquí han sido mis propios pies, paso a paso. Soy peregrino a ningún lugar, pero, como le decía antes, preciso pasar por Soria por un asunto que, sin ser íntimo, no me apetece contarle a usted.

—Mmmm... pillín... cherchez la femme...

—No, no. Se equivoca de nuevo. No se trata de una mujer, aunque es bien sabido que tiran más dos tetas que dos carretas. El objetivo de mi viaje permanece oscuro incluso para mí. Hace poco recibí un e-mail que decía: “ven a Soria”, y en ello estoy, yendo a Soria, pero no sé si voy por buen camino.

—¡Ay! amigo peregrino, hay tantos como usted... Almas descarriadas, sin rumbo, que aceleran el caos cósmico al que, inevitablemente, nos dirigimos, lo cual me recuerda que es la hora del almuerzo. Siéntese conmigo, y comparta la frugalidad de mi mesa.

—Oh, no me gustaría abusar de su hospitalidad, aunque la verdad sea dicha, tengo un hambre de lobo.

—Ssshh... No pronuncie la palabra L-O-B-O delante de las ovejas. Son muy sensibles y se asustan con facilidad, lo que trae como consecuencia una descomposición de cuerpo que les dura varios días, pobrecillas.

—Le ruego que perdone mi necedad, no sentía lo que dije; disculpadme, bestezuelas... Bueno, y... si no es mucho preguntar ¿qué hay de comer?

—Pues, la verdad, no lo sé. Me preparo yo mismo la comida, pero luego intento olvidar lo que he puesto. Esto requiere un gran dominio mental, pero la recompensa vale la pena, cuando abro el maletín y, sorprendido, veo ante mí los platos que más me gustan. Si, ya veo que mira usted con extrañeza el maletín de ejecutivo que utilizo de morral, pero es que me tocó en un sorteo del banco, y como ya tenía el zurrón para cambiar... Veamos, hoy tenemos huevos de codorniz escalfados al aroma de clavo con cáscaras de naranjas amargas confitadas... mmm...  maravilloso contraste de sabores. Como segundo puedo ofrecerle unas hojas de col rellenas de arroz salvaje y bañadas en una suave bechamel al perfume de cardamomo, y como postre unos exquisitos dátiles al horno rellenos de mousse de yogur, todo ello regado con un maravilloso cabernet sauvignon que mantengo fresco en esa poza que ve ahí. Habrá advertido usted lo espartano del menú. Quizás esperaba huevos fritos con chorizo, pero he de confesarle que ante la avalancha de nuevas enfermedades que nos invade, tiempo ha que decidí convertirme en ovo-lacto-vegetariano. Antiguamente, la gente se moría de repente, de vieja o de consunción, pero hoy en día, si no te matan de un infarto el colesterol y los triglicéridos, te matan en atentado terrorista. En fin, que no somos nadie... Qué ¿hace?

—Naturalmente. No puedo rechazar tan generoso ofrecimiento, pero me va a permitir usted que contribuya al ágape decorando la mesa con este maravilloso candelabro de plata que llevo en mi hatillo.

—No faltaba más... Precisamente tengo aquí unas velas delicadamente perfumadas que serán el complemento ideal. ¡Que aproveche! Bien, y... ¿hacia donde se dirige usted?

—A Soria.

—Ah... la Soria de Machado... “Es la tierra de Soria árida y fría...”

©texto JAVIER VALLS BORJA
octubre 2000
©fotografía  niwasan (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons


Aquí podéis ver esta entrada en el blog de mi amiga Sofía Serra Giráldez, ilustrado con una de sus magníficas fotografías

11 comentarios:

  1. jajajajaja! pues eso pasa bien a menudo, empieza uno a conversar de algo y termina conversando de otra cosa y se le olvida el motivo principal de la conversación....

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  2. He intentado dos veces dejarte un comentario y no se que le pasa a esto que se devuelve, bueno en fin... sobre tu entrada, resulta que pasa muy a menudo, empezamos hablando de algo y luego terminamos hablando de otra cosa, totalmente diferente...

    sobre escribir, si, siempre he querido escribir ficción, pero me he dado cuenta, que cuando escribo sobre cosas que me pasan, me sale mejor...

    Saludos!!!

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  3. JAJAA!! Sorprendida de nuevo Javier... qué situación tan cómica y qué almuerzo se dan!!
    Muy bueno. De mayor quiero tu prosa... Se queda?
    Un abrazo!

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  4. diosssssssssssss..se me han puesto los vellos de punta aunque me haya partido de risa, o sonerido muhco leyendolo, que he disfrutado, vaya..vaya te la como aceleras el "cuerpo"!!!!..ufff.
    Un besazo
    Me gustaría poner uno de estos tuyos en la fuente, éste quizás, pero no sé cómo hilvanarlo..tengo un par de fotos que pienso podrían hilar, pero no quiero ponerte en el compromiso... y ya te he puesto, aaah!!!.. bueno, tú borra lo que quieras y ya te hablo por privado, ¿vale?..:)
    Otro beso

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  5. Chiquilloooooo, es la releche!!!!
    ha habido un momento que me ha recordado el chiste ese, no sé si de Gila, que dice: "Un tipo va a una droguería y le dice al dependiente: Me da algo bueno para las cucarachas. Y el dependiente le contesta: tenga esto -le tiende un bote- les encanta y se ponen gordísimas" Tu relato igual de surrealista.
    Me provoca miles de sensaciones: la globalización llega a los campos de Soria, los parados de ciudad se van al campo a hacer trabajos milenarios, ya no hay personas que sepan conjuntar un Armani con un ¿Agata Ruiz de la Prada? Madre del amor hermoso!!! ¿Y el "pastor"? Por favor: quiero foto YA... con mallas y todo! Jajajajajaja!
    Me ha encantado tu "Camino a Soria"... magnífica conjunción de conversación sin un ápice de comunicación... A eso estamos avocados, según vamos. Pero no contigo ni en este comunicativo blog... No, contigo, la comunicación fluye y refluye sin fin.
    Besos miles

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  6. Hablando de huevos de codorniz, es que lo he leido y me deshuevo oiga :)))))))

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  7. ¡Ay, Lola! Tenemos tanto de eso, de palabras emitidas sin un receptor que las cace al vuelo...

    Cada uno de nosotros va a la suya, sin importarle ni mucho ni poco lo que tengan que decir los demás, a no ser que aquello que dicen esté en total acuerdo o en franco desacuerdo con nuestras pretensiones: los ideales priman sobre las formas y la convivencia se deteriora.

    Gracias por tu comentario, amiga, me hace muy feliz (como siempre).


    Beso.

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  8. Pero sus huevos no son de codorniz, doña Noire, sino de avestruz, como ya tiene sobradamente demostrado... ¡Qué mujer!

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  9. Surrealismo, como la vida misma.

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    1. Fue divertido, en su momento, cuando las cargas eran más livianas. No sé si ahora sería capaz de escribir algo así de divertido sin dobleces.

      Gracias por pasar por aquí, Joan, y dejar tu impronta :)

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