martes, 4 de agosto de 2009

Sin pena ni Gloria 4/13

—¿Adónde te gustaría ir de vacaciones este año?— preguntó Gloria después de ver por televisión un anuncio de viajes.
—No sé, todavía no lo he pensado— contestó Mateo, sin levantar el carboncillo del boceto que estaba haciendo.
—Pues habrá que ir decidiendo algo, que el verano se nos echa encima.
—La verdad es que, si por mí fuera, me quedaría pintando tranquilamente en casa— dijo él con absoluta indiferencia. —¿Por qué no te vas tú sola y así puedes hacer turismo del que a ti te gusta, sin nadie que te moleste?

Gloria, poniéndose a la defensiva, preguntó:

—¿Cómo que turismo del que a mi me gusta? ¿Qué significa eso?
—Sí, mujer, playa intensiva, shopping feroz, discoteca hasta las tantas... ya sabes, ese turismo— dijo Mateo, mirándola por primera vez.

Gloria entendió. Siempre, aunque pareciera que era de común acuerdo, acababan yendo adonde ella quería. Todo lo decidía ella, invariablemente. Hacía algún (mucho) tiempo que su relación iba en claro declive y, en general, la actitud de Mateo era bastante abúlica, pero últimamente notaba en él cambios alarmantes. No era beligerante, no, eso no iba con su temperamento tranquilo, en cambio ahora lo cuestionaba todo y pasaba de muchas cosas, sobre todo de las que a ella le parecían más importantes. Lo veía desencantado, se estaba volviendo intransigente y eso la preocupaba. ¿Se estaría planteando la separación? No, por favor, bien sabía Dios que, en aquel punto de su vida, eso era lo que menos le convenía. Tratando de aparentar una tranquilidad que no sentía, y en tono conciliador, dijo:

—No seas tonto, Mateo ¿cómo me voy a ir yo sola? Mira, hagamos una cosa: decide tú el lugar y planifícalo todo. Sorpréndeme.

© del texto JAVIER VALLS BORJA
invierno1999

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