viernes, 30 de octubre de 2009

Espuma de mar 9/13

Al día siguiente, Álvaro volvió a visitar a Andrés.

—Ana ha llegado ya, y me ha dicho que te diga que no podrá venir a verte porque ella no ha pasado la varicela. Toma, me ha encargado que te dé estos tebeos para que no te aburras tanto. ¿Cómo estás hoy?
—Me encuentro mejor —le respondió Andrés —, aunque el médico dice que todavía tardaré por lo menos una semana en salir, para no ir contagiando a todo el mundo. Claro, como no se tiene que quedar él en casa.

Álvaro, sorprendido de su propia mezquindad, se alegró secretamente. Podría estar a solas con Ana. Cuando se encontró con ella, el sol ya calentaba con todo el rigor del verano. Las enciclopedias definen al mediterráneo como un clima suave de inviernos templados y veranos cálidos, eso dicen. Lo cierto es que es extremadamente autoritario y brusco en sus cambios. Habían pasado repentinamente de una primavera aterida, a la canícula excesiva de calma chicha y sol cegador en la cal de las casas. Tras las lluvias la playa se llenó de sombrillas, como si de setas multicolores se tratara. Se abrían de par en par los balcones de las casas y las terrazas del paseo, y se bajaban toldos y persianas. A la hora de la siesta moría el pueblo.

© del texto JAVIER VALLS BORJA
primavera 2000

Cita

Siempre sucede como con Aquiles y Homero; uno tiene la experiencia y el sentimiento vital, y el otro los describe. Un verdadero escritor no hace más que poner palabras a la pasión y a la experiencia de otros; es artista porque es capaz de adivinar muchas cosas partiendo de lo poco que ha experimentado.

FRIEDRICH NIETZSCHE
"HUMANO, DEMASIADO HUMANO"

Visto en el blog de Adriana Menéndez
http://adriana-menendez.blogspot.com/

Cita

Ninguna historia cuenta una sola historia, ni en los libros ni en la vida. Pero, sobre todo en la literatura, si la historia subterránea no es en cierto modo lo esencial no hay obra de ficción.

ABELARDO CASTILLO
"SER ESCRITOR"

Visto en el blog de Adriana Menéndez
http://adriana-menendez.blogspot.com/

lunes, 26 de octubre de 2009

Cita

Si no sé el final de un relato, no lo empiezo. Siempre escribo mis últimas líneas, mi último párrafo, mi última página, y después vuelvo atrás y trabajo hacia el final. Así sé dónde voy y cuál es mi meta.

KATHERINE ANNE PORTER

domingo, 25 de octubre de 2009

Cita

No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la misma importancia de las tres últimas.


HORACIO QUIROGA

sábado, 24 de octubre de 2009

Espuma de mar 8/13

De pronto, sin saber por qué, en una de esas ocasiones en que la lengua es más veloz que la mente, dijo:

—Estás muy guapa.

Dicho esto, se puso violentamente rojo. No sabía qué le había impulsado a hacerlo. Las niñas del pueblo llamaban ‘chicote’ a Ana, porque siempre iba con Álvaro y Andrés (el equipo A, se autodenominaban) y no quería jugar con ellas, y la verdad era que él mismo no disentía mucho de aquella opinión. Sin embargo, ahora estaba pensando en su “amigo” Ana en términos de hermosura. Inconcebible. Ella, sonrojada también por lo inesperado de aquella declaración, le mandó callar.

No obstante, no se le había pasado por alto la transformación que había convertido al Álvaro niño en un muchacho al que no podía evitar mirar de otra forma. Para salir de aquella situación embarazosa, desvió la conversación hacia temas más inocuos. Mientras construían un castillo de arena, estuvieron hablando de todas las cosas que les habían ocurrido en el último año. Lanzaron piedras al mar, compitiendo por ver quién llegaba más lejos, hicieron guerra de arena, pasearon descalzos por el agua, se contaron películas y chistes, y se rieron tanto que la risa les dolía. El cielo ya era azul y el mar, que tomaba su color de aquel, también. Y ellos habían vuelto a ser los de antes, los de siempre.

© del texto JAVIER VALLS BORJA
primavera 2000

Cita

El lector de una novela, o el lector de poesía [...], cuando cierra el libro por última vez, sabe que a partir de ese momento él es él más esa lectura.


JAUME CABRÉ

jueves, 22 de octubre de 2009

Cita

¿Qué podemos decir del tema en sí?

¿Por qué ese tema y no otro? ¿Qué razones mueven consciente o inconscientemente al cuentista a escoger un determinado tema?

A mí me parece que el tema del que saldrá un buen cuento es siempre excepcional, pero no quiero decir con esto que un tema deba ser extraordinario, fuera de lo común, misterioso o insólito. Muy al contrario, puede tratarse de una anécdota perfectamente trivial y cotidiana.

Es habitual que en el curso de una conversación, alguien cuente un episodio divertido o conmovedor o extraño, y que dirigiéndose luego al cuentista presente le diga: "Ahí tienes un tema formidable para un cuento; te lo regalo". A mí me han regalado en esa forma montones de temas, y siempre he contestado amablemente: "Muchas gracias", y jamás he escrito un cuento con ninguno de ellos. Sin embargo, cierta vez una amiga me contó distraídamente las aventuras de una criada suya en París. Mientras escuchaba su relato, sentí que eso podía llegar a ser un cuento. Para ella esos episodios no eran más que anécdotas curiosas; para mí, bruscamente, se cargaban de un sentido que iba mucho más allá de su simple y hasta vulgar contenido. Por eso, toda vez que me han preguntado: ¿Cómo distinguir entre un tema insignificante -por más divertido o emocionante que pueda ser- y otro significativo?, he respondido que el escritor es el primero en sufrir ese efecto indefinible pero avasallador de ciertos temas, y que precisamente por eso es escritor.


JULIO CORTÁZAR

miércoles, 21 de octubre de 2009

Espuma de mar 7/13

—Está bien, me rindo —concedió él de mala gana. —Tú ganas... ¡Deja que me levante, que no veo nada!

Ana lo liberó y ambos se pusieron en pie, pudiendo así comprobar Álvaro que ella, siempre de estatura inferior a la suya, era ahora de su misma alzada.

—Has crecido, enana.
—Tú también —dijo ella, sacudiéndose la ropa.
—Tú más; me has alcanzado.
—Ahora ya estamos en igualdad de condiciones, abusón.

Y diciendo esto, le dio un empujón y huyó a la carrera, chillando de miedo y excitación, y segura de que él la seguiría. Efectivamente, Álvaro se lanzó en su persecución y, como no podía alcanzarla, se abalanzó a sus pies como se tiran los porteros de fútbol para parar los balones. Consiguió agarrarla de un tobillo y ella cayó de bruces, riendo y jadeando a un tiempo. Se sentaron en la posición birmana, rebozados de nuevo en arena y él, con el orgullo de haber podido mantener su supremacía, le dijo:

—¿Lo ves? Todavía puedo contigo, enana.
—Es porque me he dejado —contestó ella haciendo una mueca burlona.
—Si, sí, ya... Bueno, ¿cuándo has vuelto? ¿Por qué no has venido a verme antes?
—He llegado esta mañana, y cuando os iba a ir a buscar a Andrés y a ti, mi abuela me ha dicho que con aquel diluvio ni soñara con salir a ninguna parte. En cuanto ha dejado de llover he escapado de casa disparada. Sabía que te encontraría aquí.
—Sí. Tenía muchas ganas de verte. Además, Andrés está con la varicela y no puede salir. Me estaba aburriendo como una ostra, pero ahora ya estás aquí...


© del texto JAVIER VALLS BORJA

primavera 2000

lunes, 19 de octubre de 2009

Cita

Sí, los medios y los mundos informáticos irán reduciendo el tamaño de nuestras bibliotecas. Pero por eso mismo los libros que tendremos en papel serán más importantes, más esenciales, más amigos, no extraños que se nos cuelan por la pantalla de un ordenador.

FRANCISCO RICO

viernes, 16 de octubre de 2009

Espuma de mar 6/13

Él todavía no salía de su asombro. Le había vencido aquella enana mocosa de trenzas largas y prietas y lo tenía allí, sometido. Hizo un esfuerzo por soltarse, deseando que nadie hubiese sido testigo de aquella humillación, pero ella lo atenazaba firmemente. Desde aquella posición pudo ver que la enana ya no lo era tanto; el tiempo que había pasado desde el último verano había obrado en ella algunos cambios que resultaban, cuanto menos, turbadores. Las trenzas eran ahora una melena lacia y brillante, sujeta por una diadema y había desaparecido la ortodoncia, dejando ver unos perfectos y blanquísimos dientes. No recordaba que sus labios fueran tan carnosos y, donde antes no había nada, despuntaban ahora dos inesperados pechos ¡de chica! Se abrieron las nubes dando paso al sol que, situado detrás de Ana, le confería un aura dorada y luminosa que cegaba a Álvaro y le obligó a entrecerrar los ojos.


© del texto JAVIER VALLS BORJA
primavera 2000

jueves, 15 de octubre de 2009

Cita

No sé si se ha hablado ya todo lo que se había de hablar sobre las adaptaciones literarias al cine. Al final, uno no tiene claro si cine y novela son un mismo monstruo con dos cabezas o dos animales completamente distintos. Lo que sí los une es el mismo afán. Contar historias. Caminos paralelos y con numerosos carriles de unión entre ambos. Mejor observar las semejanzas que las infinitas diferencias.


ANTONIO SOLER
Escritor y guionista.

lunes, 12 de octubre de 2009

Espuma de mar 5/13

Álvaro corrió a la orilla del mar, sediento de libertad, y las pusilánimes aves revolotearon para posarse unos metros más allá. Se hizo con algunos guijarros planos, que lanzaba al agua haciéndolos rebotar, tres, cuatro, ¡cinco veces! Encontró erizos, esponjas naturales y sintéticas, tomates de mar y un zapato con la suela despegada, nada con que pudiera engrosar sus tesoros. Aspiró profundamente con los ojos cerrados, alzando la cabeza hasta que su nariz quedó perpendicular al cielo. Al abrirlos algo hizo que los abriese todavía más: un deslumbrante arco iris con los colores más intensos que había contemplado jamás. Se quedó mirándolo, fascinado. Él sabia que el arco iris era un fenómeno físico, lo había estudiado en clase; refracción de la luz, sin más, por más que su lado romántico no podía evitar verlo como presagio de buenos augurios.

—¡Eh! Que te vas a caer de culo...

¡Lo sabía! Sabía que el arco iris no lo podía engañar. Se giró en redondo y echó a correr en dirección a la voz con los brazos abiertos.

—¡Ana! Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh! —gritaba mientras corría.

Llegó hasta donde estaba ella y, sin aminorar la carrera, se le tiró en plancha. Cayeron juntos al suelo, riendo, y rodaron abrazados por la arena mojada, que se les quedó pegada al pelo y a la ropa. Tras varias vueltas y forcejeos, Álvaro quedó tendido boca arriba con Ana sentada a horcajadas sobre su estómago y sujetándole los brazos con aire triunfal.

—Te dije que algún día te ganaría, chaval.

© del texto JAVIER VALLS BORJA
primavera 2000

sábado, 10 de octubre de 2009

Cita

La gran verdad que he vivido en mi vida no son las religiones ni las políticas... ¡Son los libros!


BALTASAR PORCEL

jueves, 8 de octubre de 2009

Cita

Si en este país no se confundiera literatura con éxito editorial, los buenos libros tendrían su espacio en las librerías y en los medios. Pero aquí la hojarasca suele eclipsar las joyas que de vez en cuando, y discretamente, aparecen entre las novedades.

EVA DÍAZ PÉREZ

martes, 6 de octubre de 2009

Espuma de mar 4/13

¡Vaya! Parecía que por fin escampaba. Gotas de sol se mezclaban con las gotas de lluvia y los relámpagos de tormenta eran sustituidos por rayos de luz. Caracol, col, col, saca tus cuernos al sol... Volvía la vida y los truenos se tornaron trinos, se oía suave el oleaje y alborozado el bullir del pueblo que salía de su letargo. El humo ya no se estancaba en los terrados y los tejados, en balcones y callejas, formando aquella niebla acre difícil de respirar. Fluía, huía de las chimeneas directo hacia el cielo, ascendiendo en columnas tan rectas como si en vez de subir, cayera en picado, y el sol, recién puesto en mitad del cielo, empezaba a secar el mundo. Las gaviotas se posaban estridentes en la playa, entre graznidos y conatos de peleas que quedaban en nada, riñas de comadres, rebuscando entre las algas algo que llevarse al buche: pececillos, cangrejos, cualquier cosa susceptible de ser digerida con que la marea les hubiese obsequiado. Las gaviotas siempre prefieren que alguien pesque para ellas, por eso acompañan a los pescadores en su regreso a puerto.

© del texto JAVIER VALLS BORJA
primavera 2000

Cita

La creación es una ruptura y significa pisar tierra virgen. Nadie podrá ser creativo sin romper nada.

ANTONIO SOLER
Escritor y guionista.

domingo, 4 de octubre de 2009

Espuma de mar 3/13

Tenía ganas de ver a Ana; ya no tardaría en llegar, ¡yupi! Desde que nació, Ana pasaba todos los veranos en la isla, en la casa de sus abuelos maternos. Normalmente venía también en Navidad y en Pascua, mas esta vez los acontecimientos se habían aliado en su contra. Poco antes de las fiestas navideñas había fallecido su abuela de allá, y no pudieron venir por el luto, y en los días previos a la Semana Santa, fue ella la que se rompió una pierna, al subir a un moral para coger hojas con que alimentar a sus gusanos de seda.

Por suerte, sostenían una correspondencia bastante regular que les mantenía en contacto. Cuando recibían carta de ella, se reunían él y Andrés y le escribían conjuntamente, unas líneas cada uno, en una exposición de hechos e intenciones ingenua como la confesión de un niño al sacerdote. Algunas veces le metían un chicle o un paquete de magnesia dentro del sobre; otras, cromos, dibujos o planos de tesoros que habían enterrado especialmente para ella, y que tendría que encontrar a su regreso. Eran tesoros de canicas, piñas, encendedores vacíos, bombillas fundidas y chapas de botellas, que iban recolectando pacientemente durante todo el año. ‘Mamá, cuando se te acabe ese carrete de hilo me lo das, ¿vale?’, “Papá, ¿me puedo llevar esta tuerca tan chula?, “Abuelo, ¿me das...?” Pedacitos de imán, plumas de gaviota, carteritas de cerillas de las que daban en los bares o hermosos y relucientes caparazones de escarabajos que hubieran pasado a mejor vida, todo iba a parar a las cajas de lata del Cola-Cao que hacían las veces de cofre...

© del texto JAVIER VALLS BORJA
primavera 2000

Cita

La ficción es una sofisticada herramienta de comprensión de la vida, que utiliza la representación y la síntesis para alcanzar sus conclusiones. Se escribe para comprender, para desentrañar. Para ampliar, como escribió Bioy Casares, las habitaciones de la vida. El autor de ficción, escritor o cineasta, debe para ello preservar su capacidad de sorpresa, de extrañamiento. Su inocencia. Y escribir junto al niño que fue. La curiosidad será el motor, y la ficción el mecanismo lógico que ayudará al autor a explicarse y explicar la vida, el tiempo que nos toca vivir.

FERNANDO LEÓN DE ARANOA

jueves, 1 de octubre de 2009

Espuma de mar 2/13

Aquel curso había trabajado duro, había sacado buenas notas, ¿por qué, entonces, se le castigaba de ese modo? Había transcurrido casi una semana desde que acabaron las clases, los días iban pasando, y todavía tenía las vacaciones por estrenar. Solamente salía a la calle para cumplimentar los encargos de sus padres: “Álvaro, tráete dos hogazas y un pan sin sal para el abuelo. Y que no se te olviden un bollo y una chocolatina para tu merienda”. “Álvaro, hijo, acércate al estanco a por picadura, que se me está acabando. Toma, cómprate caramelos con las vueltas”, “Álvaro, cariño...”

Estaba ya harto de tanta televisión y cansado de jugar solo; su amigo Andrés estaba pasando la varicela y tardaría varios días en poder salir. Le visitó un par de veces, puesto que él ya no corría peligro de contagio, pero el pobre tenia tanta fiebre que estaba como idiotizado. Y Ana todavía no había llegado. Se aburría tanto que llegó a añorar el colegio. Había completado un puzzle de mil piezas, y recortado y pegado dos maquetas de papel. Solamente le quedaban sus libros de aventuras en lugares remotos (y casi siempre soleados), para evadirse de aquel triste pasar el tiempo. Si al menos, en lugar de aquella lluvia sosa, hubiese temporal, podría bajar a la playa a buscar conchas, estrellas, corales, madera de deriva y fascinantes trozos de cristal que el mar habría bruñido sólo para él. Incluso a veces, tras una buena tempestad, salía con su padre y su abuelo a recolectar sepias y algún que otro pulpo que la fuerza de la resaca había expulsado del agua.


© del texto JAVIER VALLS BORJA
primavera 2000

Cita

La obligación del autor no es contar las cosas como son, sino como él las ve.

ANTÓN PÁVLOVICH CHÉJOV