domingo, 4 de octubre de 2009

Espuma de mar 3/13

Tenía ganas de ver a Ana; ya no tardaría en llegar, ¡yupi! Desde que nació, Ana pasaba todos los veranos en la isla, en la casa de sus abuelos maternos. Normalmente venía también en Navidad y en Pascua, mas esta vez los acontecimientos se habían aliado en su contra. Poco antes de las fiestas navideñas había fallecido su abuela de allá, y no pudieron venir por el luto, y en los días previos a la Semana Santa, fue ella la que se rompió una pierna, al subir a un moral para coger hojas con que alimentar a sus gusanos de seda.

Por suerte, sostenían una correspondencia bastante regular que les mantenía en contacto. Cuando recibían carta de ella, se reunían él y Andrés y le escribían conjuntamente, unas líneas cada uno, en una exposición de hechos e intenciones ingenua como la confesión de un niño al sacerdote. Algunas veces le metían un chicle o un paquete de magnesia dentro del sobre; otras, cromos, dibujos o planos de tesoros que habían enterrado especialmente para ella, y que tendría que encontrar a su regreso. Eran tesoros de canicas, piñas, encendedores vacíos, bombillas fundidas y chapas de botellas, que iban recolectando pacientemente durante todo el año. ‘Mamá, cuando se te acabe ese carrete de hilo me lo das, ¿vale?’, “Papá, ¿me puedo llevar esta tuerca tan chula?, “Abuelo, ¿me das...?” Pedacitos de imán, plumas de gaviota, carteritas de cerillas de las que daban en los bares o hermosos y relucientes caparazones de escarabajos que hubieran pasado a mejor vida, todo iba a parar a las cajas de lata del Cola-Cao que hacían las veces de cofre...

© del texto JAVIER VALLS BORJA
primavera 2000

1 comentario:

  1. COMENTARIOS EN FACEBOOK

    Anita Noire
    Me gusta, me gusta mucho :)
    El 05 de octubre de 2009 a las 0:41 ·

    Javier Valls Borja
    ¡Gracias, bonicos, a todos los que habéis levantado el pulgar!
    El 05 de octubre de 2009 a las 12:44 ·

    Poma Algú R B
    :)
    El 05 de octubre de 2009 a las 13:14 ·

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