domingo, 15 de noviembre de 2009

El metrópata


© de la fotografía cnynfreelancer (fuente: flickr)


Este relato, escrito inicialmente en catalán, fue presentado al "3r Concurs de Relats Curs Online de TMB (Transports Municipals de Barcelona)", no quedando clasificado entre los finalistas. Lo traduzco aquí al castellano para la gran mayoría de mis lectores aunque, para los que sepáis catalán, os recomiendo que leáis el original, más cuidado que la traducción prácticamente literal.

EL METRÓPATA

Somos muchos los que no queremos ser enterrados al morir y, en cambio, nos pasamos media vida sepultados en el metro. La gente lo hace por pura necesidad, eso está claro. Yo, no. Yo lo hago por gusto o, tal vez, por otra clase de necesidad, aunque, si lo miras bien, aquí abajo no se está tan mal: siempre es de día, aunque sea un día artificial y limitado al área de los andenes, y nunca llueve, ni hace demasiado frío, ni demasiado calor, ni demasiado nada.

A mí no me gusta la gente, me siento incómodo si encuentro invadido mi espacio vital. Por eso, siempre llevo un libro que me hace de escudo ante el resto de la humanidad, que me permite mirar a otro lado aunque esté en medio de un vagón atiborrado de viajeros. Al principio solamente pasaba la vista por encima de las páginas sin enterarme ni mucho ni poco de lo que decían, pero, a fuerza de insistir, fui tomando afición, hasta el punto de pasarme de estación más de una vez, enfrascado en la historia. La lectura me hacía más soportable la proximidad de la multitud.

Cuando El perfume, de Patrick Süskind, cayó en mis manos, descubrí otro mundo; mejor dicho, descubrí la fragancia de este. Sumergido en la epopeya del asesino del evanescente reino de los olores, como rezaba la contraportada, olfateaba cuando él olfateaba, olía con él, husmeaba el aire cada vez que él husmeaba el aire, y así llegué a reconocer a los viajeros que hacían cada día el mismo trayecto que yo, a los que no hubiera identificado por su rostro. Asímismo, de vez en cuando, los reconocía también por la calle o en el cine. Nadie tiene el mismo olor que otro.

Vinieron otras lecturas, pero para entonces mi olfato ya tenía entidad propia y continué con el hábito de “ver” a la gente por su aroma. Así iba, hasta que apareció Maria Turner, un personaje que me fascinó desde las páginas de Leviatan, de Paul Auster. Esta mujer me enseñó a hacer lo mismo que ella hacía: seguir a un desconocido elegido al azar, hacerle fotos, e inventarse una vida para esa persona. Desde entonces, empecé a seguir a las personas que me atraían por su olor y, a día de hoy, sé dónde trabajan, dónde viven, en qué tiendas compran y cómo les gusta divertirse. Tengo un informe detallado de cada una de ellas.

Pero esta afición se ha convertido en una necesidad a jornada completa y, claro, me han echado del trabajo. Ya no subo a los trenes, porque no tengo adónde ir si no es siguiendo a alguien. Bellvitge, Drassanes, Encants, Barceloneta, Sants... ahora juego cada día en una nueva estación, para no despertar sospechas. Espero sentado en un banco del andén a que algún efluvio especial penetre por mis narices y, entonces, comienza el juego, el seguimiento del emisor del olor en cuestión, que puede durar días enteros. Es fascinante, ir tras una persona y ver todo lo que hace, cómo se comporta, cómo se relaciona, cómo vive...

Como se han acabado mis ahorros, he tenido que encontrar el modo de compaginar afición y fuente de ingresos y, de vez en cuando, he de aligerar los bolsillos de alguno de mis objetos de estudio, pero sólo lo hago con los que sé que tienen más dinero del que se merecen. Puede que sean reminiscencias de cuando leí Robin Hood. Pero si a veces alguno de ellos no se ha mostrado muy de acuerdo, lo he tenido que matar y, lo que es peor, deshacerme del dossier con todos sus datos, fruto de una laboriosa investigación. Son los imponderables, ¡qué le vamos a hacer!

El juego es así, a veces te tocan buenas fichas y a veces, no.


© del texto JAVIER VALLS BORJA
abril 2009

4 comentarios:

  1. Que coincidencia! Hoy mi hija me preguntó. "Cuando ves a una persona desconocida en la calle, no te preguntas, ¿Como sera la vida de esa persona?. Yo lo hago mucho." Eso me sorprendió. Un abrazo!!! Excelente escrito. Me gustaría saber catalán, para leer la versión original.

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  2. ¡Ericarol, qué alegría!

    A mí me suceden muchas casualidades de esas, como estar tarareando una canción que hace tiempo que no escuchas y de pronto la ponen en la radio. Quizá sea un buen tema para un relato.

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  3. COMENTARIOS EN FACEBOOK

    Julio Guerra
    El relato es estupendo, pero es que, adem ... Ver másás, yo estoy desarrollando uno -entre varios, no sé si recuerdas- en el que un joven, aburrido por la rutina, decide seguir al azar a otro joven en una estación de metro. En ese primer acercamiento le pierde de vista. Otro día se lo vuelve a encontrar en el metro, reconociéndolo de una manera peculiar -en este caso, no por su aroma, jeje-, si bien a partir de aquí las circunstancias estarán muy lejos de ser un simple juego.

    p.d.: me fascina el metro de Madrid y yo fui el protagonista "perseguidor" sólo hasta el final del primer encuentro, afortunadamente para mí...
    El 15 de noviembre de 2009 a las 21:35 ·

    Javier Valls Borja
    Me gustará leerlo, aunque sé de tus supersticiones...
    El 16 de noviembre de 2009 a las 0:09 ·

    Julio Guerra
    Jajajajaja. Supongo que habré de afrontar esa "superstición", tarde o temprano. Espero que no me decida a hacerlo ni demasiado tarde ni demasiado temprano. Imagínate, me niego a mostrar algo a una editorial porque siento ese indefinible repelús...que no, chico, que no, el mundo tiene el derecho de encontrarme -y disfrutarme- a través de mis relatos.

    p.d.: esta noche tengo el ego un tanto generoso y risueño.

    Saludos ;D
    El 16 de noviembre de 2009 a las 2:19 ·

    Angel Utrillas Novella
    Muy buenos deberían ser los demás para que éste no llegara a los finalistas. Está muy bien contado, de principio a fin te mantiene atento y ese final semi sorprendente, dejándolo caer así como quien no quiere confesarlo del todo, muy bueno Javier.
    El 16 de noviembre de 2009 a las 7:33 ·

    Julio Guerra
    Sólo el título, El metrópata, ya me llamó la atención. Lo demás no hizo sino confirmar mi interés.
    Seguiremos escribiendo.
    El 16 de noviembre de 2009 a las 11:00 ·

    Julio Guerra
    ...y se me olvidaba: el detalle del fastidio por tener que destruir los dossiers. ¡Vaya! Eso sí que es un problemón...estos metrópatas son unos seres sumamente contradictorios. Está muy bien el relato.
    El 16 de noviembre de 2009 a las 11:06 ·

    Javier Valls Borja
    Gracias a ambos, amigos, por vuestras palabras, que me dan mucho más empuje del que podéis llegar a pensar.

    Ángel, Julio, os aconsejo que os hagáis amigos; sois dos flores raras que lucen espléndidas en medio de este herbazal estéril. Yo tengo muchos contactos en FB (demasiados), pero creo que es mejor ser selectivo y crearse un grupo de calidad. Ambos cumplís los requisitos, así que en vuestras manos lo dejo.

    Un abrazo.
    El 16 de noviembre de 2009 a las 12:19 ·

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  4. COMENTARIOS EN FACEBOOK

    Javier Valls Borja
    Se me olvidaba comentarte, Ángel, que sí, los había muy buenos, pero también había alguno que otro que me dejó bastante indiferente, y no ha sido la única vez que me ha ocurrido. En abril de este mismo año quedé entre los diez finalistas de otro concurso de microrrelatos, a los que se dio lectura en el acto de entrega de premios (yo hube de superar mi pánico escénico para leer el mío), y la verdad es que más de la mitad de los que quedaron descolgados eran bastante mejores que el ganador. Cosas veredes...
    El 16 de noviembre de 2009 a las 12:40 ·

    Angel Utrillas Novella
    Suele pasar, yo casi nunca quiero ver los anadores de los concursos porque me irrito, o yo tengo mal gusto o haygato encerraooo
    El 16 de noviembre de 2009 a las 12:49 ·

    Poma Algú R B
    Javier,bueno,bueno, buenisiiiiiiimo ¡¡¡¡
    (de verdad) la referéncia a Auster, me ha llegado al alma.
    ;)
    El 17 de noviembre de 2009 a las 10:26 ·

    Javier Valls Borja
    ¡Gracias, Poma! A mí me llega al alma tu entusiasmo.
    El 17 de noviembre de 2009 a las 10:49 ·

    Javier Abril Espinoza
    Interesante relato J. Valls... Y sospecho que su "no" consideración en el concurso q mencionas, se debe -aparte de que los concursos son la lotto literaria- sobre todo al último párrafo...
    El 25 de noviembre de 2009 a las 4:45 ·

    Javier Valls Borja
    No sé, Javier, pero muchas veces he visto relatos descartados o semifinalistas, mucho mejores que el ganador, y no hablo necesariamente del mío. Eso, en un premio Planeta, se entiende, pero en concursillos de medio pelo, la verdad es que no. De todos modos, presentarse es una forma de seguir escribiendo, así que continuaré presentándome a los concursos, a ver si algún día suena la flauta por casualidad.
    Gracias por leerlo y un abrazo.
    El 25 de noviembre de 2009 a las 7:58 ·

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