martes, 26 de octubre de 2010

Epílogo


...las horas empleadas en hablar de escribir, son horas de no hacerlo.

STEPHEN KING
"MIENTRAS ESCRIBO"

© de la ilustración NCMallory (fuente flickr ), publicado bajo una licencia Creative Commons

miércoles, 20 de octubre de 2010

Esclavo de la libertad



—Ahora eres libre de amarme; no hay nada que te lo impida.—¿Libre? No. Si te amo, dejaré de serlo.
—¿Y antepones la libertad al amor?
—¿Cómo puedo amar las cuerdas que me atan?
—¿Que te atan? ¿Acaso te sojuzgo? Te doy toda la libertad que quieres.
—No puedes darme lo que ya es mío; mi libertad no te pertenece.
—No se puede vivir sin amor.
—No se puede vivir sin libertad.
—Mucha gente lo hace.
—También viven sin amor.
—Pero, la libertad no es más que una quimera.
—Y el amor no es más que un yugo.
—No puedes renunciar a todas las demás cosas en nombre de la libertad. ¡No debes! Eso sería como huir de tu propia vida, de lo que te es dado, de todas las posibilidades de elección.
—Yo ya he hecho mi elección.
—Si no eres esclavo del amor, lo serás de cualquier otra cosa.
—Sí, seré esclavo de mi libertad.

JAVIER VALLS BORJA
octubre 2010

© de la fotografía purplemattfis (fuente flickr ), publicado bajo una licencia Creative Commons

viernes, 15 de octubre de 2010

Cita



Me he pasado la mañana pensando para poner una coma y la he borrado a la hora de comer.

JOSEPH CONRAD

© de la ilustración Dan Strange (fuente flickr ), publicado bajo una licencia Creative Commons

jueves, 14 de octubre de 2010

Llegó su hora



Algunos lloran, llegado el momento definitivo. Otros, los menos, soportan estoicamente la espera, sin una queja, sin un lamento, sin una lágrima. Nadie se mira a los ojos, nadie habla, la vista fija en la nuca de quien le antecede en la cola fatal, o perdida en el infinito, vacía. Un sudor frío perla sus frentes, les tiemblan las manos, los labios, las piernas... se sienten morir. Se les aceleran los latidos del corazón cuando oyen correrse el cerrojo, con aquel sonido metálico, chirriante, odioso... Al fin, se abre la puerta del baño: ya casi les llegó su hora.

JAVIER VALLS BORJA
octubre 2010

© de la fotografía RaidersLight (fuente flickr ), publicado bajo una licencia Creative Commons

martes, 12 de octubre de 2010

Extracto



Es necesario confesar que tú y yo, Troylo, a pesar de nuestra compenetración, en cierto aspecto somos antitéticos. Llamemos al pan, pan y al vino, vino: tú eres analfabeto y yo, escritor. O sea, coincidimos sólo en el disparate: los extremos se tocan. Yo no sé si a ti te avergüenza no saber leer ni escribir (por si te consuela, te advierto que en España sois legión); a mí ser escritor sí me avergüenza un poco. Entre otras cosas porque no sé muy bien lo que sea eso, ni quién es quien decide. En 1964 tuve que renovar, en el distrito de Buenavista (donde fui tan feliz, donde la vida me anegaba a diario —hoy el barrio de Salamanca se me ha puesto difícil—), mi documento de identidad. El caducado, en la casilla correspondiente a profesión, decía aún estudiante. Al rellenar la solicitud de renovación vacilé un momento. Una empleada mayor y amable, que estaba al otro lado de la mesa, comentó: «Anoche vi su comedia Los verdes campos del Edén, Qué preciosidad.» Y puso sin dudarlo escritor. Fue entonces, ruborizado porque me miraban los de alrededor, cuando sentí que mi suerte estaba echada -mi buena o mala suerte-, y yo, reconocido por una mínima oficialidad.

Pero ¿en qué consiste ser escritor? ¿En contar la vida? ¿En apartarse de ella porque los árboles no nos dejan ver el bosque? ¿En meterse hasta los dientes dentro de la vida, dentro de sus batallas, y guerrearlas, y sólo después mostrar las cicatrices? ¿Es una vocación o es un destino? ¿Es una misión generosa o un vicio solitario? ¿O es quizá todo eso a la vez? Lo único seguro, Troylo, es que el escritor se considera obligado a cantar lo que apenas si sabe balbucir. Ser escritor aquí es como ser guarda jurado en Groenlandia, o archiduque en la U.R.S.S. Somos material de coleccionistas. De escasísimos coleccionistas, además. El 60 por 100 de los españoles no compran ningún libro; el 63 por 100 no lee ningún periódico; el 92 por 100 no acude jamás a una biblioteca. Tú no eres escritor, Troylo, y haces muy requetebién.

La última semana una desconocida me telefoneó. Su marido, con más de setenta años, se encontraba hospitalizado por la Seguridad Social. «Somos gente modesta —me decía con la voz temblorosa—, normales. Toda nuestra vida hemos sido normales. Y ahora se le ocurre a mi marido leer un libro y que lo llame a usted, precisamente a usted, para que diga cuál. A estas alturas, ya usted ve. Qué apuro tan grandísimo me da molestarlo para una cosa así.» Que compromiso, ¿verdad, Troylo? Qué dificultad. Elegir un libro, el último y el único que va a leer espontáneamente un ser humano. Qué ganas de aconsejarle que apartara de sí esa tentación in artículo mortis, o que leyese cualquier libro piadoso y edificante, que empujara con dulzura su alma hacia el final...

¿Cómo no va a haber analfabetos si aquí la lectura siempre ha llevado, como eco, una sanción o un riesgo? Si España, desde Felipe II, ha estado ceñida por un cíngulo de castidad intelectual, que la dejó desguarnecida, ignorante y aislada muchos siglos (pero, eso si, cristiana vieja). Las dos columnas en que se apoya, cuando se apoya, lo español son ya una contradicción: el máximo realismo junto al máximo idealismo Sancho Panza acompaña sin cesar al Quijote, y Teresa de Ávila se apea de sus éxtasis para darle una vuelta al arroz de la cena. Nuestras mejores aportaciones a la literatura universal son: por la vía de la materia, la Picaresca; por la vía del espíritu, la Mística. La Picaresca no surge de la atracción de lo macabro, ni de la decisión de impedir que nadie vea color de rosa al mundo. Surge de unas extenuantes experiencias históricas —Conquista, Reconquista, Descubrimiento y vuelta a la Conquista—, de un vano demorarse en las colas de la burocracia, de una ciega esperanza y una prudencia insólita, que diluyen en la masa de la sangre una seguridad: el hombre no puede vivir sólo en la grandeza, no puede vivir de gestos y de gestas. Por el contrario, la Mística surge de ese refinamiento de la nostalgia que es el exilio interior; el exilio del que echa de menos lo que tiene contiguo, lo que es pero no es; el exilio del que, ante la hostilidad circundante, se ensimisma y se endiosa, y elige —para vivir sin vivir en él— las más altas y profundas moradas, y no hambrea más pan que la soledad sonora y la herida de amor que no se cura. (Queda cIaro que aquí el escritor siempre ha nacido de un fracaso: colectivo o individual, pero fracaso. Vaya un tentebonete.)

Pues si esas literaturas, Mística y Picaresca, las hicieron los parados —voluntarios o no— y sobre los parados, ¿por qué no distribuir libros, hoy mismo, en las colas del paro? ¿No hay más que analfabetos, o se teme que eso los volvería más peligrosos? ¿Sigue siendo un peligro leer, saber, informarse, estar presente? Un hombre no informado nunca podrá elegir. Y elegir es la ausencia misma de la libertad y de la vida. ¿Por qué no aprovechar el doloroso tiempo vacío de los parados, como en el siglo XVII? ¿Por qué, para poder vender unos cuantos libros, hay aquí que organizar ferias. por si la connotación jubilosa del término tienta a algún comprador?

Lo peor de este país, Troylo, no es la cantidad de sus analfabetos, sino que los que saben leer no leen apenas, y lo que leen suele ser lo más malo. Hay quien echa la culpa de eso —como de todo— a la televisión. (Un crítico de teatro, por así decir, escribía hace poco, no sé con qué intención, que yo he «acumulado, gracias a otros medios, una tan amplia popularidad que, incIuso, podría ser excesiva». ¿A qué otros medios se refería? ¿He hecho yo en mi vida algo que no sea literatura, o he conseguido algo en beneficio de alguien que no haya sido a través de la literatura?) Qué manía. La televisión no atonta a un pueblo: es el pueblo el que atonta a su televisión. Pasa como en política, como en amor, como en todo. La televisión, como tal, no es enemiga de ningún otro medio. Los países que más televisión tienen también leen más, y tienen más teatro y más cine. Buscar y personalizar las razones de nuestro infortunio lejos de nosotros mismos es otra de las malas costumbres nacionales.

Por ejemplo, ¿quién va a ir a unas bibliotecas que, exigiendo ser atendidas por más de 14.000 bibliotecarios, lo son por doscientos? ¿O quién va a leer los libros de nuestros más jóvenes y preparados intelectuales —digamos veinticinco— si ellos escriben sólo para leerse unos a otros; si no asumen la carne y la sangre de su propio pueblo; si su reacción frente a la soledad es subrayar su elitismo, hacerse ininteligibles, llenar de esoterismos y complicidades para iniciados sus escritos? Desde luego, tú, Troylo, no. Alfabetizar para eso, no. Escribir aquí no sé si es llorar, como pensaba Larra. Leer, sí que lo es. Y aprender a leer, para la mayoría, es ya llorar a mares.

ANTONIO GALA
"Aprender a leer", de "Charlas con Troylo"

martes, 5 de octubre de 2010

La sal de la vida



Echar la vista atrás y ver que la existencia de las personas, la improbable felicidad, está hecha de pequeñas cosas, pequeñas cosas que nos hacen sentir vivos, el aroma del mar, el humo de leña, los pasteles de los domingos, una caricia… Son cosas pequeñas, enormes cuando las perdemos.

Pobre viejo, ya no debe canturrear cuando se afeita, ni mirará con deseo a su esposa; no disfrutará del calor del sol en la playa, ni sentirá el placer de conducir; ya no verá belleza en una puesta de sol, porque significará un día menos para él.

Todas las ansias, todos los anhelos, todas las ilusiones, se han visto reducidas a fumar un cigarrillo clandestino, lo único que le queda en la vida, en la vida que le queda…


JAVIER VALLS BORJA
julio 2009

Fragmento del relato "¿Fumar puede matar?", publicado en Megarupo de Relatos 
y escrito en colaboración con Ana Arroyo y Anne Hónimo Ominona.
Si deseas leerlo completo, pincha en el enlace
http://www.megagrupoderelatos.com/2009/07/fumar-puede-matar.html 

© de la fotografía ANGELOUX (fuente flickr ), publicado bajo una licencia Creative Commons

viernes, 1 de octubre de 2010

Cita



En Egipto se llamaban las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás.

JACQUES BENIGNE BOSSUET

fotografía tomada de http://pluq59.free.fr

miércoles, 29 de septiembre de 2010

CASADOS



En la radio sonaba la trompeta de Miles Davis, sensual, invitando al amor. Se miraron y una ráfaga de sentimientos y deseo les atravesó como un rayo. Ambos estaban casados, pero eso no impidió que se fundieran en un beso torrencial que desencadenó inevitablemente la pasión que no dejaba de renovarse desde que se conocieron por Internet. Tras el amor, no se sintieron culpables, nunca lo hacían: estaban casados, sí, pero entre ellos.

JAVIER VALLS BORJA
marzo 2010

© de la fotografía TheAlieness GiselaGiardino23 (fuente flickr ), publicado bajo una licencia Creative Commons

lunes, 20 de septiembre de 2010

Cita



El lector, sea cual sea su nivel de formación, si se pone a pensar, siempre llega a una conclusión desconcertante: es tanta la obra escrita que le interesa directamente; es tanta, que sabe que nunca, ni en cien existencias, podrá abarcar todas las lecturas.
JAUME CABRÉ

fotografía hallada en google, sin que figure el nombre del autor. Si tiene derechos de imagen, notifíquenmelo y será retirada inmediatamente

lunes, 6 de septiembre de 2010

Extracto



Desde hace mucho tiempo siento que me importan cada vez menos los libros. No me refiero, obviamente, a mis libros como lectora: me moriría como una planta sin agua sin la lectura de los clásicos, de los nuevos, de los que anuncian maneras originales de afrontar historias. Sin embargo, como autora, me preocupa cada vez más que la palabra y las tramas se transmitan de otra manera.

Quien siente la literatura, y sabe que no sólo hablamos de páginas impresas, sino también de símbolos, de la herencia de otras mil historias antiguas, sabe que el libro no es sino un formato. 

[...]

Antes de la obligación de la lectura y la escritura (uno de los grandes avances occidentales ha sido esa alfabetización), lo audiovisual, las historias narradas, las parábolas pegadas a la tierra servían para lo mismo que las grandes novelas hoy en día. No estoy segura de que se encontraran tan desencaminados. Por si acaso, hoy por hoy, sigo viendo narraciones en otros lugares, fuera de cárceles de papel y tinta.


ESPIDO FREIRE

Artículo "Viuda", de su columna "The end", en el periódico ADN del 2 de octubre de 2009

© de la fotografía Óscar Palmer (fuente: flickr)publicado bajo una licencia Creative Commons

martes, 20 de julio de 2010






© de la fotografía Thundershead (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons

lunes, 5 de julio de 2010

Cita



No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan.


JEAN PAUL SARTRE

© de la fotografía Adam NFK Smith (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons

miércoles, 30 de junio de 2010

Cita



Hay gente que porque sabe leer y escribir, cree que sabe leer y escribir.


REYNALDO ARENAS


fotografía hallada en google, sin que figure el nombre del autor. Si tiene derechos de imagen, notifíquenmelo y será retirada inmediatamente

viernes, 25 de junio de 2010

El chat



Se conocieron en un chat, como tantos otros desesperados. Un chat sórdido, triste, sucio casi siempre, lleno de frustraciones, de desengaños, de falsas ilusiones, de verdaderas desilusiones. Siempre es lo mismo. Ella no quiere entrar más, pero su naturaleza la empuja a hacerlo; el chat la atrae de una manera fatal, como un canto de sirena.

Aquella noche, la noche no iba demasiado bien, como casi cada noche. De pronto, un contacto prometedor, un brillo entre la mierda, una chispa de esperanza, él. Él no parece frustrado, desengañado, desilusionado. Quizá lo esté, pero no lo parece, aunque quizá lo esté... Su discurso es fresco, no está viciado por el argot habitual del chat. Él es simpático, no gracioso, sino simpático de verdad. La conversación discurre fluida, inteligente, cómoda. Él le pide el teléfono, y ella, por primera vez en el chat, se lo da. Durante el largísimo segundo que sigue a este momento, ella no es capaz de procesar los sentimientos que la invaden: miedo, excitación, sensación de peligro, el sexo sin sexo. Todavía no ha pasado ni medio minuto y él ya está telefoneando...

—Dígame ¿le dijo cómo se llamaba? ¿le vió la cara? ¿lo reconocería si lo volviera a ver?—preguntó el policía con tono aburrido, con tono de haber hecho las mismas preguntas miles de veces, con tono de querer decir "si es que no aprenderéis nunca..."

Ella cerró los ojos y una lágrima rodó por su mejilla, mientras la atendía el médico del Samur.


©texto JAVIER VALLS BORJA
junio 2009 - junio 2010

©fotografía Foto Pamp (fuente: flickr)publicado bajo una licencia Creative Commons

martes, 22 de junio de 2010

Cita



El esfuerzo de iniciar a un niño en el apasionante mundo de los libros es tan maravilloso, que parte de la recompensa radica en él.

JAVIER VALLS

© de la fotografía Javier Valls

lunes, 21 de junio de 2010

Cita



Cuando estoy trabajando en un libro o en un cuento, escribo todas las mañanas desde que asoma la primera luz. A esa hora nadie molesta y hace frío o está fresco y uno empieza a trabajar y entra en calor a medida que escribe. Uno lee lo que ha escrito y como siempre se detiene donde sabe qué va a pasar después, al día siguiente arranca desde ahí.

Uno escribe hasta donde le da el aliento y al llegar allí ya sabe qué va a ocurrir después y para y trata de vivir eso hasta el día siguiente, cuando le da de nuevo. Uno ha empezado a las seis de la mañana, digamos, y puede seguir hasta mediodía o terminar antes. Cuando para está vacío y, al mismo tiempo, nunca vacío sino lleno, como cuando se ha hecho el amor con alguien que uno quiere. Nada puede herirlo, nada puede suceder, nada significa nada hasta el día siguiente en que vuelve a hacerlo. Lo difícil es la espera hasta el día siguiente.

ERNEST HEMINGWAY

© de la ilustración Fernando Vicente (fuente: http://fernandovicenteases.blogspot.com/)


viernes, 18 de junio de 2010

La tentación vive abajo (Completo)



Dependiendo de lo que busques en un tío, has de ver qué es lo que tiene más abultado: el paquete, la cartera, el intelecto, el ego... pero si lo que quieres verdaderamente es conocer a un hombre, fíjate en sus zapatos. Su madre siempre decía que la verdadera elegancia masculina se hace patente en los pies, y Purita había asumido esa aseveración como un dogma. No aceptaba jamás salir con alguien que no usara el calzado que ella consideraba adecuado, por supuesto que no, esa era la garantía de que la acompañaba un caballero, y eso es lo que la hacía sentirse una señora.

Y el caso es que señora, señora, lo que se dice una señora, no era. Purita era un poco zorra, ¿qué hay de malo en ello?, aunque le gustaba pensar que fina, como una Preysler de provincias, vamos. Al menos, como aquella, guardaba las apariencias en cuanto a indumentaria y decoro, porque nada, nada, nada, justifica la vulgaridad, ni siquiera el llevar una vida un tanto disipada. Es un poco como aquello de que la mujer del César no solo ha de ser honrada, sino que, además, debe parecerlo. Era normal, pues, que muchos hombres, hastiados de la vulgaridad de sus esposas, prefirieran estar con ella, que además de elegante, era guapa, sexy y complaciente.

Lo cierto es que no era muy inteligente; sin embargo, era lista, eso sí, y sabía escuchar. “Si escuchas con atención lo que te diga un hombre, asientes de vez en cuando aunque no entiendas ni papa, y pones cara de interés, lo tienes en el bote, ¡tan inocentes son ellos, los pobres!, y así, además de lo acordado, siempre te dan una propina o te hacen algún regalito extra”.

Cada vez que entraba en su edificio y, en el vestíbulo o en la escalera, se topaba con algún vecino, solía presentar a su acompañante de turno como un primo o un tío, dependiendo de la edad que tuviera o aparentara, que estaba de paso en la ciudad. Si los vecinos pensaban en lo extenso de su familia, nunca le insinuaron nada al respecto, aunque la verdad es que a ella le hubiera dado igual, por más que a quien no le gustaba encontrar cuando iba acompañada por alguno de sus “parientes”, era al vecino del 3º C, ese señor tan elegante, el del traje siempre impecable y sus maravillosos blucher, relucientes siempre como los zapatos de charol de un colegial endomingado.

Martín Preciado, 3º C, ponía en su buzón, y Purita se imaginaba a sí misma como la Sra. de Preciado, y es que aquel hombre le gustaba de verdad. Vivía justo encima de él, y siempre estaba atenta al más mínimo ruido que pudiera ayudarle a hacerse una idea de cómo era su vecino de abajo. ¡Ah!, y ya tenía pensada la reforma que harían para convertir los dos pisos en un maravilloso dúplex que sería su nido de amor por los siglos de los siglos, amén. Para conseguirlo, procuraba hacerse la encontradiza cada vez que podía, y así había descubierto que él no solía utilizar el ascensor, lástima, porque una de sus mejores fantasías acontecía allí. Conocía las horas a las que salía y entraba, siempre las mismas, lo cual también denotaba que era metódico y lo hacía más elegante a sus ojos. Debía de tener cerca el lugar de trabajo, pues siempre iba caminando, luciendo esos maravillosos zapatos que la tenían como hipnotizada.

Purita se compró el perro -un caniche blanco al que, aunque era macho, llamó Marilyn-, sólo por tener siempre una buena excusa para salir a la calle en cualquier momento. No obstante, cuando se encontraban, él se limitaba a sonreír y a ser cortés, insensible a sus encantos y a los vertiginosos escotes que lucía para esas ocasiones, por mucho frío que hiciera. Llegó a preguntarse si sería gay, y tan pronto como lo hizo, rechazó de plano ese pensamiento. ¿Cómo iba a ser marica su futuro marido? Ya encontraría ella la manera de hacerle sucumbir, estaríamos buenos, tenía recursos de sobra.

Ese día Purita lo estuvo esperando en la ventana, acechando la hora de regreso de Martín Preciado, pero Marilyn tenía la necesidad perentoria de salir con carácter inmediato, y decidió no seguir aguardando la llegada del deseado vecino, no fuera caso que ocurriera un “accidente”, y es que no es lo mismo recoger una caca en el parque que en mitad de la alfombra iraní que, además de valer una pasta, era uno de sus lugares de trabajo, cuando ella misma tenía que hacer el perrito. Bajó, como siempre, por las escaleras, y al llegar al vestíbulo se lo encontró de sopetón. Martín Preciado ni siquiera la vio, de tan ensimismado como iba. Marilyn iba tirando de la correa como si la vida le fuera en ello, y la arrastró fuera del edificio. El pobre animal iba apurado y, no pudiendo esperar más, se lo hizo frente a una tienda de postín. Purita, cívica como la que más, sacó su bolsa de plástico y recogió la deposición.

Aunque el perro ya había hecho lo suyo, continuaron hasta el parque para que el animalito se expansionara un poco, y pasaron frente a un sinfín de papeleras, si bien iba tan absorta en sus pensamientos que no tiró la bolsa en ninguna de ellas. Tras unas cuantas carreras de Marilyn y recibir, sin enterarse, los piropos un tanto groseros que le dirigieron unos jardineros que estaban trabajando allí, tomaron el camino de vuelta. El perro iba ya más tranquilo y ella, tan abstraída continuaba pensando en lo raro que era que Martín Preciado hubiera vuelto más temprano de lo habitual y que ni siquiera la hubiera mirado, él, que era tan correcto, que no fue consciente del cargamento que transportaba hasta que estuvo llegando casa. Al doblar la esquina vio un numeroso grupo de gente frente al portal de su edificio y se preguntó qué ocurriría. En ese preciso instante tomó conciencia de lo que llevaba en la mano y, tras haber paseado la mierda por todo el barrio, la depositó en el contenedor en el que solía tirar la basura cada día. Al bajar la tapa del basurero se le quedó pegado un chicle a una de sus carísimas uñas de porcelana. ¡Vaya ¡Qué asco! Y qué fastidio. A ver como se quitaba ahora el dichoso chicle sin estropearse la uña. Se pasó el asa de la correa de Marilyn por la muñeca, a modo de pulsera, y atravesó el paso de cebra que la separaba de su acera, mientras con la uña del pulgar de la otra mano intentaba despegar la golosina rascando con suavidad. Para cuando llegó al portal ya lo había conseguido, y sosteniéndolo con cuidado exquisito entre el índice y el pulgar, para que no se le volviera a pegar, preguntó al anciano matrimonio del 2º B qué era lo que había ocurrido.

—Una desgracia, señorita Purita, una terrible desgracia— le contestó el marido, un abuelete afable y simpático que nunca apartaba los ojos de su escote, mientras su mujer la miraba con cara de vinagre. —El señor ese que vivía solo, el del 3º C, que parece ser que lo han despedido y lo han encontrado con el gas abierto y la cabeza dentro del horno. Casi saltamos todos por los aires, si no llega a ser por...

Purita ya no pudo seguir escuchando y casi se desmaya, tal fue la conmoción que le causó la noticia. Sintió que la envolvía un vahído, se le nubló la vista y tanteó en el aire, buscando algo donde agarrarse, y el abuelete afable y simpático impidió que cayera redonda al suelo asiéndola por las tetas desde atrás, mientras le restregaba la cebolleta por el trasero. Su mujer, al darse cuenta de la situación, empezó a darle bolsazos mientras le gritaba:

—¡Fresca, más que fresca! ¡Suelte a mi marido, putón, pendonazo!

Marilyn ladraba desaforadamente y Purita, intentando defenderse de la golpiza, se protegió poniendo ambas manos frente a la cara, hasta que, en uno de los viajes, el chicle se quedó pegado al bolso de piel sintética de la buena señora.

Cuando consiguió librarse de aquel par de energúmenos (ahora los bolsazos iban dirigidos al abuelete afable y simpático), se percató de cuál era ahora su situación. Se había librado del chicle, pero ya nunca vería su nombre en la etiqueta del buzón:

Martín Preciado
Purita Williams (aunque ese era su nombre artístico), Sra. de Preciado
3º C y 4º C (El dúplex que ya nunca existiría).

JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007

© de la fotografía Meriton Maloku (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons

jueves, 17 de junio de 2010

Cita



Muchos niños, dadas las circunstancias adecuadas, son lectores por naturaleza hasta que su instinto es destruido por los medios de comunicación.
HAROLD BLOOM

Ilustración hallada en google, con firma ilegible y sin que figure el nombre del autor. Si tiene derechos de imagen, notifíquenmelo y será retirada inmediatamente

miércoles, 16 de junio de 2010

Cita



No busques trabajo: escribe.

JOSÉ SARAMAGO

© de lilustración  William Medeiros (fuente: toonpool), http://www.toonpool.com/cartoons/Jose%20Saramago_2355

lunes, 14 de junio de 2010

La tentación vive abajo 9/9



—Una desgracia, señorita Purita, una terrible desgracia— le contestó el marido, un abuelete afable y simpático que nunca apartaba los ojos de su escote, mientras su mujer la miraba con cara de vinagre. —El señor ese que vivía solo, el del 3º C, que parece ser que lo han despedido y lo han encontrado con el gas abierto y la cabeza dentro del horno. Casi saltamos todos por los aires, si no llega a ser por...

Purita ya no pudo seguir escuchando y casi se desmaya, tal fue la conmoción que le causó la noticia. Sintió que la envolvía un vahído, se le nubló la vista y tanteó en el aire, buscando algo donde agarrarse, y el abuelete afable y simpático impidió que cayera redonda al suelo asiéndola por las tetas desde atrás, mientras le restregaba la cebolleta por el trasero. Su mujer, al darse cuenta de la situación, empezó a darle bolsazos mientras le gritaba:

—¡Fresca, más que fresca! ¡Suelte a mi marido, putón, pendonazo!

Marilyn ladraba desaforadamente y Purita, intentando defenderse de la golpiza, se protegió poniendo ambas manos frente a la cara, hasta que, en uno de los viajes, el chicle se quedó pegado al bolso de piel sintética de la buena señora.

Cuando consiguió librarse de aquel par de energúmenos (ahora los bolsazos iban dirigidos al abuelete afable y simpático), se percató de cuál era ahora su situación. Se había librado del chicle, pero ya nunca vería su nombre en la etiqueta del buzón:

Martín Preciado
Purita Williams (aunque ese era su nombre artístico), Sra. de Preciado
3º C y 4º C (El dúplex que ya nunca existiría).

JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007

© de la fotografía Josesc (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons

jueves, 10 de junio de 2010

La tentación vive abajo 8/9



Aunque el perro ya había hecho lo suyo, continuaron hasta el parque para que el animalito se expansionara un poco, y pasaron frente a un sinfín de papeleras, si bien iba tan absorta en sus pensamientos que no tiró la bolsa en ninguna de ellas. Tras unas cuantas carreras de Marilyn y recibir, sin enterarse, los piropos un tanto groseros que le dirigieron unos jardineros que estaban trabajando allí, tomaron el camino de vuelta. El perro iba ya más tranquilo y ella, tan abstraída continuaba pensando en lo raro que era que Martín Preciado hubiera vuelto más temprano de lo habitual y que ni siquiera la hubiera mirado, él, que era tan correcto, que no fue consciente del cargamento que transportaba hasta que estuvo llegando casa. Al doblar la esquina vio un numeroso grupo de gente frente al portal de su edificio y se preguntó qué ocurriría. En ese preciso instante tomó conciencia de lo que llevaba en la mano y, tras haber paseado la mierda por todo el barrio, la depositó en el contenedor en el que solía tirar la basura cada día. Al bajar la tapa del basurero se le quedó pegado un chicle a una de sus carísimas uñas de porcelana. ¡Vaya ¡Qué asco! Y qué fastidio. A ver como se quitaba ahora el dichoso chicle sin estropearse la uña. Se pasó el asa de la correa de Marilyn por la muñeca, a modo de pulsera, y atravesó el paso de cebra que la separaba de su acera, mientras con la uña del pulgar de la otra mano intentaba despegar la golosina rascando con suavidad. Para cuando llegó al portal ya lo había conseguido, y sosteniéndolo con cuidado exquisito entre el índice y el pulgar, para que no se le volviera a pegar, preguntó al anciano matrimonio del 2º B qué era lo que había ocurrido.

JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007

© de la fotografía BAR Photography (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons

miércoles, 9 de junio de 2010

Cita



Hay más emoción, realismo, intriga, violencia e interés en una novela de amor que en la mayoría de las películas de suspense.


ALFRED HITCHCOCK

Ilustración hallada en google, sin que figure el nombre del autor. Si tiene derechos de imagen, notifíquenmelo y será retirada inmediatamente

lunes, 7 de junio de 2010

La tentación vive abajo 7/9



Ese día Purita lo estuvo esperando en la ventana, acechando la hora de regreso de Martín Preciado, pero Marilyn tenía la necesidad perentoria de salir con carácter inmediato, y decidió no seguir aguardando la llegada del deseado vecino, no fuera caso que ocurriera un “accidente”, y es que no es lo mismo recoger una caca en el parque que en mitad de la alfombra iraní que, además de valer una pasta, era uno de sus lugares de trabajo, cuando ella misma tenía que hacer el perrito. Bajó, como siempre, por las escaleras, y al llegar al vestíbulo se lo encontró de sopetón. Martín Preciado ni siquiera la vio, de tan ensimismado como iba. Marilyn iba tirando de la correa como si la vida le fuera en ello, y la arrastró fuera del edificio. El pobre animal iba apurado y, no pudiendo esperar más, se lo hizo frente a una tienda de postín. Purita, cívica como la que más, sacó su bolsa de plástico y recogió la deposición.

JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007

© de la fotografía surfercosmovision (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons

viernes, 4 de junio de 2010

Cita



Más libros, más libres.

ENRIQUE TIERNO GALVÁN

Fotografía hallada en google, sin que figure el nombre del autor. Si tiene derechos de imagen, notifíquenmelo y será retirada inmediatamente

jueves, 3 de junio de 2010

La tentación vive abajo 6/9



Purita se compró el perro -un caniche blanco al que, aunque era macho, llamó Marilyn-, sólo por tener siempre una buena excusa para salir a la calle en cualquier momento. No obstante, cuando se encontraban, él se limitaba a sonreír y a ser cortés, insensible a sus encantos y a los vertiginosos escotes que lucía para esas ocasiones, por mucho frío que hiciera. Llegó a preguntarse si sería gay, y tan pronto como lo hizo, rechazó de plano ese pensamiento. ¿Cómo iba a ser marica su futuro marido? Ya encontraría ella la manera de hacerle sucumbir, estaríamos buenos, tenía recursos de sobra.

JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007

Fotografía hallada en google, sin que figure el nombre del autor. Si tiene derechos de imagen, notifíquenmelo y será retirada inmediatamente

miércoles, 2 de junio de 2010

Cita



Guárdate del hombre de un solo libro.

BENJAMIN DISRAELI

© de la fotografía jrambow (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons

lunes, 31 de mayo de 2010

La tentación vive abajo 5/9



Martín Preciado, 3º C, ponía en su buzón, y Purita se imaginaba a sí misma como la Sra. de Preciado, y es que aquel hombre le gustaba de verdad. Vivía justo encima de él, y siempre estaba atenta al más mínimo ruido que pudiera ayudarle a hacerse una idea de cómo era su vecino de abajo. ¡Ah!, y ya tenía pensada la reforma que harían para convertir los dos pisos en un maravilloso dúplex que sería su nido de amor por los siglos de los siglos, amén. Para conseguirlo, procuraba hacerse la encontradiza cada vez que podía, y así había descubierto que él no solía utilizar el ascensor, lástima, porque una de sus mejores fantasías acontecía allí. Conocía las horas a las que salía y entraba, siempre las mismas, lo cual también denotaba que era metódico y lo hacía más elegante a sus ojos. Debía de tener cerca el lugar de trabajo, pues siempre iba caminando, luciendo esos maravillosos zapatos que la tenían como hipnotizada. 

JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007

© de la fotografía jaded one (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons

viernes, 28 de mayo de 2010

Cita

  

La calidad literaria es inversamente proporcional al número de lectores.

JUAN BENET

© de la ilustración Fernando Vicente (fuente: http://fernandovicenteases.blogspot.com/)

miércoles, 26 de mayo de 2010

La tentación vive abajo 4/9



Cada vez que entraba en su edificio y, en el vestíbulo o en la escalera, se topaba con algún vecino, solía presentar a su acompañante de turno como un primo o un tío, dependiendo de la edad que tuviera o aparentara, que estaba de paso en la ciudad. Si los vecinos pensaban en lo extenso de su familia, nunca le insinuaron nada al respecto, aunque la verdad es que a ella le hubiera dado igual, por más que a quien no le gustaba encontrar cuando iba acompañada por alguno de sus “parientes”, era al vecino del 3º C, ese señor tan elegante, el del traje siempre impecable y sus maravillosos blucher, relucientes siempre como los zapatos de charol de un colegial endomingado.

JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007

© de la fotografía Jonathan Cohen (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons


martes, 25 de mayo de 2010

Cita



Los premios tienen muy poco que ver con la literatura.

JUAN MARSÉ

Fotografía hallada en google, sin que figure el nombre del autor. Si tiene derechos de imagen, notifíquenmelo y será retirada inmediatamente

sábado, 22 de mayo de 2010

La tentación vive abajo 3/9



Lo cierto es que no era muy inteligente; sin embargo, era lista, eso sí, y sabía escuchar. “Si escuchas con atención lo que te diga un hombre, asientes de vez en cuando aunque no entiendas ni papa, y pones cara de interés, lo tienes en el bote, ¡tan inocentes son ellos, los pobres!, y así, además de lo acordado, siempre te dan una propina o te hacen algún regalito extra”.

JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007

© de la fotografía Leo Reynolds (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons

viernes, 21 de mayo de 2010

Cita



El hábito y el placer de la lectura es algo educacional, algo aprendido. Muchos padres desean que sus hijos lean pero no les compran nada más que la nintendo o la psp y en casa la tele es el familiar que más opina y llena los espacios de silencio. Leer debe ser visto como algo divertido y algo maravilloso...

LOLA MONTALVO
© de la fotografía Lola Montalvo (fuente: blog LolaMontalvo)

La tentación vive abajo 2/9



Y el caso es que señora, señora, lo que se dice una señora, no era. Purita era un poco zorra, ¿qué hay de malo en ello?, aunque le gustaba pensar que fina, como una Preysler de provincias, vamos. Al menos, como aquella, guardaba las apariencias en cuanto a indumentaria y decoro, porque nada, nada, nada, justifica la vulgaridad, ni siquiera el llevar una vida un tanto disipada. Es un poco como aquello de que la mujer del César no solo ha de ser honrada, sino que, además, debe parecerlo. Era normal, pues, que muchos hombres, hastiados de la vulgaridad de sus esposas, prefirieran estar con ella, que además de elegante, era guapa, sexy y complaciente.

JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007

© de la fotografía soy inne (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons

jueves, 20 de mayo de 2010

Cita



Algunos escritores aumentan el número de lectores; otros sólo aumentan el número de libros.

JACINTO BENAVENTE

© de la ilustración Suárez del Árbol (fuente: google)

martes, 18 de mayo de 2010

La tentación vive abajo 1/9



Dependiendo de lo que busques en un tío, has de ver qué es lo que tiene más abultado: el paquete, la cartera, el intelecto, el ego... pero si lo que quieres verdaderamente es conocer a un hombre, fíjate en sus zapatos. Su madre siempre decía que la verdadera elegancia masculina se hace patente en los pies, y Purita había asumido esa aseveración como un dogma. No aceptaba jamás salir con alguien que no usara el calzado que ella consideraba adecuado, por supuesto que no, esa era la garantía de que la acompañaba un caballero, y eso es lo que la hacía sentirse una señora.

JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007

© de la fotografía Berts @idar (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons