martes, 21 de junio de 2011

Aquí hay tomate



Hoy he hecho para comer ensalada de tomates en conserva, porque necesito el tarro para hacer conserva de tomate.

© texto y fotografía Javier Valls
junio 2011

10 comentarios:

  1. jaja, muy bueno, Javier..este cerebro nuestro, estos absurdos con que nuestra mente a veces se "encierra", aunque en ocasiones de absurdos así nacen las mejores ideas o logros, como por ejemplo este microrrelato tuyo.

    Ahora que lo pienso, ¿qué era lo fundamental? ¿qué quiere hacer conserva de tomate?, ¿que necesita el tarro? ..el caso es al final va terminar comiendo tomate, se ponga como se ponga, jaja..y los tomates alimentan mucho, ¿eh?..."pero yo no he visto nunca un grillo que pese más de 10 gramos"...esto lo decía siempre mi suegro, por eso lo escribo entre comillas, cita de autor, ;).
    Un beso y buenos días ¿me hago una tostada con tomate?...:D...mmm están riquísimas, sobre todo por este tiempo

    ResponderEliminar
  2. Absurdo, ciertamente, comer tomate en conserva pudiéndolo comer fresco, recién cosechado... hacer un trabajazo para obtener un resultado más insatisfactorio que si no lo hubiéramos hecho. Aquí queda un tanto anecdótico, es cierto, pero esto mismo lo podemos extrapolar a otros ámbitos de la vida.

    Y sí, el pan con tomate y aceite es uno de los mayores manjares de este mundo, así, en términos absolutos.

    Beso, Sofía.

    ResponderEliminar
  3. Acabas de definir miles de best-sellers que copan nuestras estanterías...¡bueno, las nuestras no, las de los libreros y editores mercantilistas! Hacen conserva de tomate que tienen que vender como sea, darle salida como sea antes de que caduque -porque caduca rápidito- lo que ya se les está acumulando en las fábricas... Mientras, los tomates maravillosos de temporada, en rodajitas y con aceite del güeno lo disfrutamos los demás.
    Pan con tomate, cierto, sobre todo si el pan está aún calentito... pero, ¿habéis probado el tomate en rodajitas con melva canutera y un chorrín de aceite o con lonchas finitas de jamón de Teruel, por ejemplo...? -Se lo debía a Ángel-. Con razón mi orondez tiene motivos fundados de ser y estar. Y hasta creo que amenaza con permanecer...
    Besos miles

    ResponderEliminar
  4. Sí, Lola, si nos ponemos a buscar aplicaciones para esta actitud absurda —o no tanto—, sacamos material de sobra para un tratado de sociología; y es que hoy vivimos así, tomando atajos que no siempre nos llevan por el camino más corto, ni mejor. ¿Que necesitamos hacer sitio en la estantería para colocar nuestra flamante última novela sobre vampiros/catedrales/sudarios/pijamas de rayas/etc.? Pues quitamos La Regenta, o El secreto de Dorian Gray, o Entre visillos... ¿qué problema hay?

    En cuanto al pan con tomate, me quedo con la variante de la melva que, como ya he dicho por estos lares, soy vegetariano, pero que conste que el jamón de Teruel siempre se ha contado entre mis favoritos, no vaya a ser que Ángel se enfade, que es muy grande :)))

    Y la orondez... ¡ay, la orondez...! Yo ya no sé si forma parte de mí, o yo de ella :D

    Beso.

    ResponderEliminar
  5. Visca, el pa, visca el ví.....
    :)

    ResponderEliminar
  6. El tomate me provoca acidez, por eso me como el jamón de Teruel con pan y vino solamente.
    Gracias Lola y Javier por vuestra solidaridad con la denominación de origen.
    Las estanterías llenas de best-sellers también me dan acidez a pesar de que las renuevan cada tres meses, por eso procuro no probarlas y empiezo a ojear por los rincones más incultos, digo ocultos.

    ResponderEliminar
  7. ja ja, Ángel, yo tenía un jefe que siempre pedía que le echaran más güisqui en el vaso, que decía que los cubitos le producían acidez, y tú le vas a la zaga...

    Pues eso, que hay que evitar ingerir aquello que sabemos que no es de buena calidad.

    ResponderEliminar
  8. Yo sólo puedo decir "Quate aquí hay tomate" ;-)

    ResponderEliminar
  9. Pues nada, Noire, quien dice lo que puede no está obligado a más :-P

    ResponderEliminar