viernes, 8 de julio de 2011

EL ETERNO FEMENINO 001. El demonio y la carne.



¡Ay, Señor! Todavía me tiemblan las piernas cada vez que me acuerdo, y es que no es para menos: era el hombre más guapo que he visto nunca; me llevaba de cabeza, el condenado, aunque él no hacía nada, la verdad, pero yo, tonta de mí —me lo digo siempre: nena, tú eres tonta—, no podía dejar de pensar en sus ojos, esos ojos que me traspasaban mientras preguntaba:
¿Cuarto y mitad?.
Era el carnicero del barrio, y cuando estaba fileteando la carne con la cabeza inclinada sobre el tajo y levantaba la vista, solamente la vista, tenía esa mirada que me derretía, intensa, como la del cartel de “La naranja mecánica”, no sé si os acordaréis.
Por aquella época la dieta familiar anduvo bastante desequilibrada debido al consumo masivo de productos cárnicos, y es que yo iba todos los días a la carnicería, no podía evitarlo. Siempre esperaba a que se hicieran las once, que era cuando más gente había comprando, para poder estar más tiempo allí, mirándole con arrobo. Estaba como hipnotizada y cuando alguna parroquiana me daba conversación, yo solo asentía con la cabeza, sin atender a lo que me decía y sin apartar la vista de él:
¿Usted a las albóndigas qué les pone, miga de pan o pan rallado?
¿Hum? Eh... sí, sí...
Y cuando me llegaba la vez y me decía:
¿Qué te pongo?.
¡Y cómo me ponía! Yo le contestaba, casi en un susurro:
Rabo...
Y después me humedecía los labios con la punta de la lengua. Él sonreía, pero era una sonrisa profesional, sin más. Me enseñaba la carne —no la que yo quería ver— para ver si estaba a mi gusto y yo, sin mirarla, levantaba la barbilla y dejaba caer los párpados en una pose de femme fatale y le contestaba con un “ssssí”, que más bien parecía un suspiro.
¿Algo más?
Salchichas.
¿Cuántas?
Una.
¿Una?
Y yo, despertando de mi ensueño, respondía torpemente:
Una docena, quiero decir.
Él jamás dió muestras de captar mis insinuaciones, pero yo no cejaba en el intento. Había veces en que me vestía, me pintaba y me perfumaba como para ir a una boda, y ni con esas.
Está usted muy guapa, hoy— decía una viejecita junto a mí.
Lo siento, no fumo— le respondía yo, absorta como estaba en todos i cada uno de los movimientos del carnicero.
Él se limitaba a ser amable y simpático, pero nada más. Ya empezaba a dudar yo de mi sex-appeal, si no fuera porque, para desfogarme, “buscaba” bastante menudo a mi marido y él, invariablemente, “respondía”. Hasta le compré un guante de carnicero para "jugar" a las tiendas. Él estaba encantado, no hay que decirlo.
Si se hubiese dado el caso —que no se dio, ¡maldita sea!—, no sé si al final hubiese sido infiel—¡sí, sí, sí, por favor!—, porque yo mucha lujuria, mucha lujuria, pero después soy tonta; me lo digo siempre: nena, tú eres tonta. Hasta que llegó el día en que se truncaron mis anhelos —por si su absoluta indiferencia no era suficiente— y se despejaron mis dudas al mismo tiempo. La noticia que me produjo un trauma y un alivio simultáneos, fue la siguiente: al carnicero lo había pasado a cuchillo una de sus clientes porque lo había pillado in fraganti con su marido, en su propia cama y con su mejor camisón. No hay que decir que el camisón quedó hecho unos zorros, y el carnicero, tan varonil antes, ahora debe tener voz de vicetiple, porque se dice por ahí que de un tajo certero se quedó sin criadillas y que si no la paran le saca hasta la asadura.
En todo caso, mi gozo en un pozo, pues ya sé que jamás me daré el filete con él, pero en compensación los índices de colesterol de mi familia han recuperado sus niveles normales porque ahora comemos mucho más pescado, y es que el nuevo pescadero está...

 ©texto JAVIER VALLS BORJA
septiembre 1996, revisado julio 2011
©fotografía ventolinmono (fuente flickr)

11 comentarios:

  1. ...como una merluza del cantábrico, jajaja..lo mismo al final se decide por la pescadera, ;).
    No falla, querido, absolutamente todos los hombres que siguen estando de buen ver de los 35 a los 50 son gays, ¡ y que me perdonen por la generalización!, pero mis hermanas y yo lo tenemos comprobadísimo en las diferentes tiendas y mercados del barrio. Resulta frustrante por completo... jajajaja.
    besos, buenos días, Javier, simpático y refrescante y completamente verídico, ;)

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  2. ¿Frustrante...? Ay ay ay, chiquilla... ¡qué andaréis buscando tú y tus hermanas por ahí! :)))

    Gracias, Sofía, por tus palabras; me apetecía poner algo divertido, que a veces nos ponemos muy sesudos con los debates que provocan las citas, así que un poco de relax no viene nada mal.

    Beso.

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  3. Carnicero? Ummm Eso me recuerda a la canción de Rachel Winchester :)))))))
    http://youtu.be/zcgOGQw1rGQ

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  4. Menos mal que a la pobre le dio por el carnicero... ¡¡le llega a dar por el charcutero y la ingresan con aterosclerosis!! ¡Y por imágenes lujuriosas con salchichones y demás parentela no será!
    Hay un chiste muy malo por ahí que dice que los hombres de más de 30 son como los WC de las gasolineras: los que están bien, siempre están ocupados y los que encuentras libres ¡¡¡están hechos una mierda!!
    Pero en el lío que nos trae tu pobre ama de casa: la imaginación y la inteligencia son los mejores estimulantes para la libido... ¡¡ni afrodisíacos ni ná!! ¡Un buen mozo y muchas ganas... nada más!
    Por cierto... yo a las albóndigas les pongo miga de pan escurrida tras estar remojada en leche. ¡¡Quedan geniales, para chupaaaaaarse los dedos!!
    Besos miles... ¡¡y magnífico texto, amigo Javier!! Con estos regalitos, miro tu blog con más anhelo... ;)

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  5. Divertido, ingenioso y refrescante relato. Me gusta mucho, me lo he leído dos veces porque me parece muy divertido y además me ha recordado a cierto frutero que... uy no, eso no se puede decir aquí.
    Pues eso que sigas deleitándonos con estas joyas que rompen el hastío del estío.

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  6. Uy, he releído lo escrito y se me ha pasado algo... y quiero corregir: en el chiste, se dice que: los hombres que están bien, siempre están ocupados y los que encuentras libres están hechos una mierda o son gays... era un añadido que no he incluido y, sin él, podía dar a entender algo que no era mi intención. He escrito demasiado deprisa y casi meto la pata hasta las ingles.
    Perdón para quien lo haya leído antes de la aclaración.
    Besos a millares

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  7. Que no, Lola, que se te entiende perfectamente... ¡qué manera de padecer, esta mujer! :) Y seguro que tus albóndigas están deliciosas, lástima que uno sea vegetariano, jo.

    Beso.

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  8. Me alegra que te guste, amigo, y aprovecho para deciros que este será el primero de una serie de relatos hechos con la intención de divertir, con la misma protagonista, aunque no tendrán necesariamente continuación unos en otros ni serán de aparición regular.

    Un abrazo.

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  9. Espectantes estaremos, divertimento al poder.

    Sobre esta pobre mujer, decir que aquí el beneficiado es su marido, a lo tonto a lo tonto entre craniceros y demás "dream-boys", él se lo come.

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  10. Pues eso, Poma: a río revuelto, ganancia de pescadores. Además, ¿a quién le amarga un dulce? :)

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