domingo, 30 de octubre de 2011

Anuncios por palabras_004



Cambio fórmula original de la Coca-Cola por una pizca de talento.

©JAVIER VALLS BORJA
©fotografía Remo- (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

jueves, 27 de octubre de 2011

Breves_001



Vende la guitarra por no saber tocarla, y su mujer le abandona por el mismo motivo.

©JAVIER VALLS BORJA
©fotografía Mike Licht, NotionsCapital.com (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

miércoles, 26 de octubre de 2011

Anuncios por palabras_003



Señora viuda y respetable se ofrece para dejar de serlo.

©texto JAVIER VALLS BORJA
©fotografía (Lolita)·8 (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons


martes, 25 de octubre de 2011

Fiat voluntas tua




—Cuidado con lo que deseas, porque puede que se cumpla...

Me mordí la lengua y no repliqué; a esas alturas ya había tenido ocasión de comprobar que sus sentencias, tarde o temprano, acababan ejecutándose. Pensé en dar la vuelta a mi costumbre de cuestionar sistemáticamente todo aquello que profetizaba e intentar ver el lado bueno, si es que lo tenía. Yo deseaba su muerte y, según su pronóstico, ése era un deseo que podría ver realizado.

—Hágase tu voluntad— le respondí

Así pues, lo maté, y vi cumplido mi deseo.

Tuvo razón, como siempre.

©texto y fotografía JAVIER VALLS BORJA
octubre 2011

lunes, 24 de octubre de 2011

Amigas_001




—¿Qué tal me queda?
—Mmm... no sé, tía... Te hace culo.
—Si dices eso, es seguro que me queda perfecto.
—¿Y por qué te lo habría de decir?
—Porque eres una envidiosa.
—¿Envidia, yo? ¿De tu culo gordo?
—Gorda tú.
—Bueno, pues si quieres que te diga que te queda bien, te lo digo. Te queda bien.
—¿Sí? ¿No crees que me hace culo?
—¡Qué va! Estás monísima...
—¿Seguro? No me lo dirás para que vaya haciendo el ridículo...
—Tía, tú estás tonta.
—Y tú, gorda.
—Mira, haz lo que quieras.
—Me lo quedo.
—…
—¿No dices nada?
—…
—Mira que, si no me queda bien y no me lo dices, me vengaré.
—¿Ah, si?
—Sí, y sabes que puedo, que yo cojo y le digo a tu novio que lo que él cree una rozadura es un chupetón que te hicieron en la despedida de tu hermana.
—No serías capaz.
—Ponme a prueba... Bueno, ¿qué? ¿Me lo quedo?
—Si no te lo quedas tú, me lo quedo yo.
—Entonces me lo quedo.
—¿Me lo dejarás?
—No.
—Te hace culo.

©texto JAVIER VALLS BORJA
©fotografía Toni Verd (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

jueves, 20 de octubre de 2011

Reflexiones de un maduro inmaduro. Reflexión nº 1




Nunca he ido de putas. Como lo oyes. Y me pesa, tú, en serio. Pero no es que me pese por el hecho en sí mismo, que también, sino por las calamitosas consecuencias sociales que este pudiera tener. Para mí. De saberse, claro. Naturalmente, ése es un tema que no se puede comentar en el vestuario, ni en el bar, ni en el trabajo, ni con tu cuñado.

Creo que hasta mi madre, tan puritana ella, tan observadora de las costumbres ancestrales, tan mantenedora de la tradición, ella, se escandalizaría. De saberlo, claro.

Y si vivieran mi padre y mi abuelo, ya, ni te cuento. Él (mi abuelo) fue quien llevó a mi padre a su primera cita, igual que hizo mi bisabuelo con él (con mi abuelo), y así, hasta tiempos inmemoriales en los que Eva —en una retorcida fantasía erótica— tendría que hacer de puta para que Adán le pudiera ser infiel. Conmigo no pudieron hacer el paripé iniciático, porque mi infancia y mi adolescencia fueron bastante enfermizas. Guardé mucha cama, pero en soledad, con la única compañía de la radio, eso sí: Elena Francis, zarzuela, el parte...

Y no es que no tuviera visiones y delirios durante esas horas de cama solitaria, que sí, pero son de tal naturaleza que tampoco se pueden comentar en el vestuario, ni en el bar, ni en el trabajo, ni con tu cuñado.

Cuando tu infancia es solitaria, tu adolescencia es desastrosa, siempre vas a remolque de los demás, nunca llegas. Después, de adulto, aprendes el arte del disimulo, pero sigues yendo con el reloj atrasado, con lo cual no son solo las putas ,sino el primer cigarro, la primera borrachera, el primer polvo, aunque después te des cuenta de que el primer cigarro, la primera borrachera y el primer polvo son una auténtica mierda. Pero claro, estas cosas solo se pueden decir aquí; jamás en el vestuario, ni en el bar, ni en el trabajo, ni a tu cuñado.

©texto JAVIER VALLS BORJA
©fotografía bonacheladas (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

lunes, 17 de octubre de 2011

Anuncios por palabras 002



Regalo vestido de novia, a estrenar, talla 38, precioso, a quien le rompa las piernas a mi exnovio. Añado zapatos de raso del 39 y cristalería de Bohemia, si además le corta los huevos.

©texto JAVIER VALLS BORJA
©fotografía Irekia (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

viernes, 14 de octubre de 2011

Dos en la carretera




—Conduces como una tía.
—¡Soy una tía!
—Se nota.
—¿En qué?
—En la manera de conducir.
—Pues tú siempre te estás tocando el paquete, que lo sepas.
—A veces me lo tocas tú.
—¡Serás cerdo! La próxima vez te lo va a tocar tu madre.
—¿Sabes? Mi madre y tú tenéis muchas cosas en común.
—¿Como cuál, listillo?
—Como la forma de conducir
—¡Huy, qué gracioso! Pues espero que sea lo único. Además, si tú no hubieras bebido no tendría que conducir yo.
—¿Cómo que lo único? ¿Qué quieres decir? No te metas con mi madre, o...
—¿O qué? Te recuerdo que el primero que se ha metido con ella has sido tú.
—Es mi madre.
—Claro, por eso la puedes tratar como a un trapo...
—Lo hago con cariño.
—Claro, claro... Pues te pido por favor que a mí no me quieras tanto.
—Pero si yo te quiero mucho, amorcito...
—¡Que no me llames amorcito! Además, no sé por qué la defiendo, con la manía que me tiene.
—¿Manía, mi madre?
—Sí, manía, tu madre. No me puede ni ver.
—Si no tiene motivos; no te conoce.
—Pues eso.
—Tía, estás imposible ¿no estarás ovulando?
—Estoy como me da la gana.
—Lo que decía, ovulando.
—Que te den
—¡Joder, cada vez te pareces más a tu amiga Esther!
—¿Ahora le toca a ella, don Sabihondo?
—Es que siempre está de mala leche, no me digas que no.
—Lo que pasa es que es muy crítica y los hombres no la entendéis.
—Claro, como somos tontitos... ¡Crítica! Lo que le pasa es que es una arpía. ¡Pobre Miguel!
—¿Por qué, pobre Miguel?
—Pues porque es un calzonazos.
—¿Qué dices, tío?
—Digo que Esther es una bruja y que Miguel es un blando.
—¿Blando, Miguel? Pero si está como un queso, tan fibradito...
—Sí, como un queso de untar; blando, blando...
—Me encanta el queso fundido.
—¿Ah, sí? Ya se lo comento a Esther, si eso, a ver qué opina cuando se entere de que te gustaría comerte su queso.
—No seas borde que, con lo posesiva que es, igual le pone un collar de castigo al pobre chico.
—Posesiva y fea.
—No es fea, tiene su aquel.
—Define "aquel".
—No sé, no está mal.
—No vale un pimiento, reconócelo.
—Pero es muy...
—¿Simpática? ¡Ja! No me hagas reír.
—Iba a decir generosa.
—Generosos son sus pechos, ¿ves? De eso sí que anda bien. Además, cuando estuvimos en Ibiza me tiró los tejos.
—¡Que hijaputa!
—Pues no creas, que me moría de ganas de tocar ese pedazo de tetas que tiene.
—Eres un cerdo.
—Pues bien que te gusta a ti revolcarte como tal ¿Quieres que paremos en aquel pinar y nos damos un  homenaje?
—Tú siempre pensando en lo mismo.
—Ah, pero ¿hay algo más?
—Eres imposible.
—Venga ¿paramos?
—¿Por qué siempre has de conseguir lo que quieres de mí?
—Ja ja ja...
—No te rías, o no paro.
—Vale, ya me callo.

©texto JAVIER VALLS BORJA
©fotografía  Tonymadrid Photofraphy (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

jueves, 13 de octubre de 2011

Anuncios por palabras 001



Morena, ojos verdes, brasileña, guapísima, muy cariñosa. Hotel y domicilio. Visa, American Express. Regala gatitos por no poder atender. Están vacunados y desparasitados.

©texto JAVIER VALLS BORJA
©fotografía Macz (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

martes, 11 de octubre de 2011

Un cadáver en el armario




Era un orador brillante, siempre lo fue, desde su salida al mundo e inmediata ascensión meteórica al cielo de los elegidos. Respetado por colegas y enemigos —y envidiado por los mismos—, continuamente se le requería en los medios para elevar el caché de los contenidos con sus opiniones, con su mera presencia. Considerado desde hacía muchos años como uno de los hombres del momento, se había hecho un sitio en la historia reciente del país, le habían dedicado una calle en su pueblo, su nombre había sonado varias veces para el Príncipe de Asturias y cada vez se le señalaba más como futurible Nobel; cierto es que había dos facciones: la que le relacionaba con el de literatura y, por contra, el que le otorgaba sin lugar a dudas el de la paz, ambas con razones bien fundadas. Cada libro que publicaba se vendía por millares, era leído por millones, estaba en boca de todos. Era un triunfador, un triunfador surgido de la nada, que había logrado reunir un apreciable patrimonio que le permitiría vivir con holgura el resto de su vida. Lo apreciaba tanto la clase intelectual como la gente sencilla que no había leído sus libros pero que lo conocía de sus numerosas apariciones en televisión. En definitiva, se le podía calificar de estrella de su tiempo.

—De no haber sido por don Ezequiel, nada de esto hubiera sido posible—, pensaba a menudo.

Don Ezequiel había sido el párroco de la iglesia mayor del pueblo —la única—, desde tiempos inmemoriales. Todos los acontecimientos señalados de su familia, y de todas las familias del pueblo —bodas, bautizos, comuniones, entierros, confirmaciones, misas de ánimas...— habían pasado por su altar, por su pila bautismal, por su púlpito. Don Ezequiel, que usaba su hisopo y su incensario como armas de condenación eterna contra quien no se plegara a su dogma, a su fe, a su voluntad, y cuyas homilías eran famosas en toda la comarca por la dureza de los castigos divinos que profetizaban para todos los que se apartaran del camino verdadero.

En efecto, de no haber sido por don Ezequiel, nada de lo que fue hubiera sido posible: él lo tomó de monaguillo a los seis años, él fue quien dijo a unos padres insolventes que "el niño tiene que estudiar", él fue quien le consiguió becas tirando de los hilos que manejaba en la diócesis y el seminario.

Así, gracias a don Ezequiel, se convirtió en lo que es hoy en día, un superstar de las letras patrias y las tertulias radiofónicas, tras abandonar el camino del sacerdocio —decisión que mortificó al párroco hasta el último día de su vida, pero a él le gustaban demasiado las mujeres como para estar seguro de poder respetar el voto de castidad—.

¡Ah, las mujeres! Lo malo es que nunca había podido funcionar muy bien, ni siquiera medianamente bien, con ellas —pensaba, mientras recordaba con asco la sensación de angustia, el vómito atorado en la garganta, que sentía cada vez que don Ezequiel le tomaba la mano y la metía entre los pliegues de su sotana.


©texto e ilustración JAVIER VALLS BORJA
octubre 2011

miércoles, 5 de octubre de 2011

He sido viento



Dedicado a Julián Arribas, el hombre que escribe poemas bellos con palabras duras, mi amigo.

He sido viento y he dado la vuelta al mundo mil veces al derecho y otras mil veces al revés, y he visto infiernos paradisíacos y paraísos infernales. ¿Más infiernos o más paraísos? ¿Importa acaso más la cantidad que la calidad?

Porque yo, que he sido viento y he dado mil vueltas al mundo al derecho y mil vueltas más al revés, y he visto infiernos y paraísos, soy sabio, y sé que el mal siempre pesa más. Una manzana podrida pudre a todas las que la rodean. Una manzana fresca, jugosa, roja como la sangre joven y brillante como un lucero de la mañana, recién arrancada del árbol en su punto justo de madurez, y todavía húmeda de rocío, es incapaz de sanar a una manzana podrida.

He sido viento, sí, y en una de las innumerables vueltas, no me preguntes si al derecho o el revés, que no lo recuerdo... ¡han sido tantas...! he visto a hombres valientes derramando pintura sobre las crías de foca para que hombres desalmados no las maten a palos. He visto a hombres que queman bosques, que talan selvas, que ponen bombas...

He sido viento y he visto gente sin hogar, niños sin comida, palacios de oro...

He sido viento y hubiera querido no serlo, para no ver hombres matando por dinero, para no ver hombres matando por placer, para no ver hombres matando. Pero lo he sido, he sido viento y he visto hombres torturando hombres, animales, mujeres, niños, ancianos ¡DIOS! No quiero ser viento, no quiero ver...

Pero he sido viento, a mi pesar, y he visto a padres vendiendo a sus hijos, a jóvenes meándose sobre mendigos, pegándoles, he visto a los hombres matarse en el nombre de dios, y traficando con armas, con drogas, con personas, con vidas...

Y he visto el coraje en los rostros nobles de hombres valerosos y mujeres heroicas encadenados ante gobernantes insensibles, indiferentes, fatuos... Y he sido viento, y he visto a esos hombres que gobiernan a los otros hombres cagar sobre unos papeles que empiezan..., perdona, la mierda no me deja ver demasiado bien, pero empiezan por, a ver... sí... “Declaración Universal de los Derechos Hum...”, lo siento, ya no puedo ver más.

Y siendo viento, porque yo he sido viento, he visto mareas negras en playas blancas, pájaros que ya no lo son, porque el alquitrán que apelmaza sus plumas les impide volar, peces muertos por millares, putrefactos, apestando las blancas playas negras. Y yo me pregunto ¿para qué ser viento? ¿para transportar este hedor de muerte?

Pero he sido viento, a pesar de todo, y me he alejado de la Tierra, mucho, mucho, muchísimo más de lo que es capaz de llegar el viento, hasta la Luna, y desde allí he visto este planeta bello y azul, muy azul y muy bello, y he pensado que es una gigantesca mierda envuelta en el papel más maravilloso que te puedas imaginar.

Y hubiera querido ser huracán para arrasar con todo lo malo que he visto, y sólo he sido viento.

Pero... ¿qué es aquello que brilla en la distancia? ¡Sí! Es la sonrisa de un niño feliz. Y eso es suficiente para que desee volver a ser viento, y lo soy, y vuelvo al planeta bello y azul, tan azul y tan bello, y veo arte, y gente sensible, personas buenas, risas sinceras, y... ¿y esa lágrima? ¡Ah, bueno! Es de felicidad...

Y he sido de nuevo viento, y oigo música ¿puede el viento oír? No lo sé, pero yo la oigo, es maravillosa, y bailo haciendo remolinos, y cuando acaba la pieza jadeo, feliz, y me convierto en brisa para acariciar a la gente buena y al planeta tan azul como un mañana de verano.

He sido viento y he visto a un hombre bueno escribiendo poemas bellos con palabras duras, tiempo, muerte, soledad... Y lo he envuelto en un abrazo de aire cálido y le he susurrado al oído: “Eres grande, amigo”, y se le ha erizado la piel.

©texto y fotografía JAVIER VALLS BORJA
marzo de 2006