domingo, 26 de agosto de 2012

Un largo y cálido verano




Hace calor.

Son las fiestas del barrio, y no puedo dormir por el calor, por el barullo, por la alegría ajena.

Maldito calor. Maldita alegría.

La música de la verbena se cuela por las ventanas, por las rendijas, por los poros de mi piel.

Suena un pasodoble nostálgico que me transporta a tiempos no vividos, a recuerdos imposibles y, aún así, me pone melancólico, triste, y me deja un cierto sabor a fracaso.

Malditos recuerdos. Maldito fracaso.

Recuerdo una foto en blanco y negro de mis padres bailando un pasodoble en una verbena de verano, como la que suena esta noche, pero en el puerto, con el salitre pegándose a la piel y el olor a mar como perfume. Los recuerdo enamorados, ilusionados, con alegría de vivir. Se miran a los ojos como si no hubiera nada más que mirar, y sonríen por lo que ven en la mirada del otro.

Los envidio. Los adoro.

©texto JAVIER VALLS BORJA
agosto 2012
fotografía propiedad de la familia

10 comentarios:

  1. En demasiadas ocasiones, cuando hay alguien de fiesta se obliga a que los demás se enteren del jolgorio. El calor y el alboroto son mala compañía. La euforia banal olvida los derechos de los vecinos.
    La foto, entrañable.
    El presente, final y principio.
    El fracaso, una mentira, una nueva puerta, una nueva posibilidad.

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    1. Efectivamente, amigo; como decía Truman Capote, todo fracaso es el condimento que da sabor al éxito, pero hay momentos en que no ves más allá de esa sensación, aún sin motivos.

      Tú conoces, mejor que yo, los sinsabores del escritor, ese quedarse atorado en una buena historia, mal desarrollada, o en no saber plasmar esa idea tan buena que tuviste anteayer, o en precipitarse en un final que estropea todo lo escrito anteriormente... Eso no es un fracaso, puesto que acabas superándolo, pero no me negarás que la sensación te hunde momentáneamente. Es, como has dicho, una nueva posibilidad.

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  2. Caluroso principio conjoolgorio y entrañable final. La foto estupenda.

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    1. A veces el cabreo hace que saques lo peor de ti, o lo mejor...

      Un abrazo con Mala U.V.A., que estamos de enhorabuena.

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  3. Muy bonito. Muy tierno. Muy real -quien no ha envidiado el pasodoble de otros , el jolgorio de otros - pero lo mejor es que le regalaron al protagonista la ocasión de deleitarse con una visión fantástica personal.
    Cristina Pailos

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    1. Efectivamente, Cristina, ¿quién no ha envidiado el pasodoble de otros? Parece que las vidas de los demás siempre sean más románticas, más interesantes, más plenas que las propias, cuando en realidad no hay ninguna vida mejor que la de uno mismo.

      Gracias por leer y por comentar.

      Un saludo.

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  4. No sé si es lícito en esta página que alguien escriba dos veces sobre un mismo tema. Si es así, espero que me disculpes pero me gustaría agregar algo. Cuando yo era niña en Mar del Plata, Argentina, a la vuelta de mi casa estaba el Centro Asturiano. Hoy es un edificio bastante alto y con amplias comodidades para fiestas , para practicar deportes y otras actividades, pero entonces era una casa grande que si bien tenía superficie cubierta, los bailes en verano se realizaban en el gran patio. El micrófono sonaba altísimo y desde mi habitación yo imaginaba a la gente bailando pasodobles y sí, los envidiaba. Tienes razón que no hay vida mejor que la de uno mismo pero en aquellos tiempos mi vida todavía estaba EN CONSTRUCCIÓN. Gracias
    Cristina Pailos

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    1. Cristina, este es un blog de puertas abiertas y puedes entrar, salir y volver cuantas veces quieras, a tu elección. Si repites comentario, me halagas, pues veo que sigues tanto la entrada como los comentarios con interés y entonces doy por bien empleado el esfuerzo que supone mantener el blog.

      Me gustan mucho las evocadoras imágenes que has compartido, tanto que tal vez me anime a escribir cuatro líneas sobre ellas. También me ha gustado el concepto de la vida en construcción, aunque yo no lo restringiría a la época de la niñez, ya que creo que la vida se construye cada día, al menos la de las personas con inquietudes, con metas, con esperanza...

      Y gracias a ti, Cristina, estás en tu casa.

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  5. Te tomo la palabra, Javier y volveré con frecuencia. Tus palabras me sonaron muy cálidas. Debo admitir que soy muy argentina, a pesar de que mi padre era español, y hablo a lo rioplatense todo el tiempo, de manera que si expreso algo que no se entiende, por favor, dímelo. Ya ves, lo más espontáneo en mí sería decir: decimelo en lugar de dímelo, pero es todo un esfuerzo.¡jaja!
    Tu comentario y tu foto fueron un disparador para recordar ese Centro Asturiano que tenía olvidado y también para pintarte ciertas características de mi país que quizás no conozcan. Las grandes oleadas inmigratorias europeas en Argentina ocurrieron hace rato. Hace pocos años , con los cambios en la Europa del Este vinieron bastantes rusos, y de otros países pero el número no fue muy grande. Sin embargo, siguen siendo muy grandes y concurridos el centro vasco, el centro gallego, el centro asturiano, el centro lucense, el club italiano, el club portugués, el club francés, la colectividad alemana etc. Las costumbres de sus descendientes se mantienen bastante por más argentinos que sean. Digamos que un buen cantante de tangos puede ir de vez en cuando al Centro gallego o al Club español. El Hospital Español o el Hospital del Centro gallego en Buenos Aires son ya importantes y antiguas instituciones.
    Si yo envidiaba los bailes del centro asturiano es porque mi padre y la familia de mi padre, en aquella época, hablaban mucho de España...creo que mi abuela murió recordándola porque cuando ya había perdido la lucidez por la edad y no me reconocía, me decía: -Que bien señora que usted no se haya ido. No hay como el pueblo de una-
    Respecto de lo que dices sobre que toda nuestra vida está en permanente construcción, comparto la idea, pero es cierto, que esos primeros años cuando descubres la lengua, el mundo, estás poniendo los cimientos de la construcción que nunca acaba.
    Un abrazo
    Cristina

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    1. Me sigues halagando, Cristina: cuando un lector se toma la molestia, no sólo de volver al blog, sino de poner comentarios tan elaborados como éste, es señal de que le importa lo que aquí se dice. Por motivos laborales he tenido, muy a mi pesar, algo desatendido el blog, pero parece que ya puedo empezar a hacerle la respiración boca a boca, a ver si consigo reanimarlo. En ese caso, estaré encantado de tenerte entre mis comentaristas estrella :) Por cierto, te expresas perfectamente (perfectísimamente) en el castellano stándard, pero te rogaría que no abandonaras tu discurso rioplatense; por un lado, porque me encanta, y por otro, porque seguro que resulta enriquecedor para todos los que pululamos por aquí, y tal vez tú te sientas más cómoda sin tener que pararte a pensar en cómo "deberías" escribir esto o aquello.

      Beso.

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