miércoles, 17 de octubre de 2012

El juego




Con esa exactitud tan característica de la ciencia, como siempre, me hizo ver que estaba equivocada.

Una vez más.

Pero era la última, porque yo tenía un plan.

Le propuse que dejara de ser tan analítico por un momento, que se dejara hacer sin preguntar por qué. Íbamos a jugar a un juego en el que yo estaba segura de ganar. Él sonrió, escéptico, y aceptó el reto.

Se dejó atar de pies y manos a la cama de hierro. Le pregunté si creía que se podría desatar formulando ecuaciones y silogismos, y me respondió negativamente.

Salí de la casa sin dar un portazo, con una sonrisa triunfal.

©JAVIER VALLS BORJA
octubre 2012
relato escrito (y no seleccionado) para el concurso "Relatos en Cadena", de la Cadena SER
©fotografía Kris Ursachi (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

6 comentarios:

  1. jajajajaaa esopasa por practicar juegos de máximo riesgo. El concurso este tiene de bueno, que aunque nunca ganas, no es arriesgado.

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    1. Pues los concursos, no te creas, que también tienen lo suyo, aunque ya sé que tú sabes. Lo digo porque, precisamente estos días, he estado mirando la ley sobre la propiedad intelectual a raíz de un concurso que organiza una editorial de aquí, de Castellón, que se queda en propiedad no sólo los relatos ganadores, sino todos los que publique en una recopilación, y todo eso, a cambio de nada, ya que únicamente le dan diez ejemplares al ganador, y los demás se quedan sin libro y sin relato. Les pregunté qué uso podíamos hacer los autores de nuestras propias obras y me dijeron que antes de publicarlo en cualquier sitio les teníamos que pedir permiso... ¿te lo puedes creer?

      Después de eso estuve consultando la ley, y creo que eso es hasta ilegal, ya que los organizadores de cualquier concurso tienen un tiempo determinado para explotar las obras, pero en ningún caso son sus propietarios: el propietario de una obra siempre es su autor.

      Naturalmente, paso de concursar, eso sería como dejarse atar de pies y manos :)

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  2. Yo en esos concursos que te roban el relato sea o no elegido nunca participo, ya tuve problemas al publicar mi cuarto hijo, Recuerdos de lluvia y Cierzo en el cual se incluían dos relatos finalistas en concursos. Fue una Odisea demostrar en el registro que los relatos eran mios y no de los organizadores del concurso y una Iliada acreditar que tenía todos los derechos sobre mis obras. En fin, país de locos.

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