martes, 30 de octubre de 2012

El fiasco




Seguro que me ha preparado una fiesta sorpresa, y no me apetece nada de nada. Si por mí fuera, nos pedíamos la cena en el chino y nos lo montábamos allí mismo, en el sofá, que ahora mismo estará lleno de gente a la que no quiero ver. Estoy por no ir a casa y darle plantón, a ver si aprende, porque ella sabe que no me gustan esas fiestas, pero insiste, insiste una y otra vez en organizármelas.

Siempre es lo mismo, abro la puerta y allí están todos: "¡Sorpresa!", gritan, como si yo me sorprendiera por ello, y los demás se divirtieran haciéndolo.

Sus insulsas amigas con sus insulsos regalos, sus insulsos peinados, sus insulsos novios, con los que nunca sé de qué hablar... Sus padres, tan estirados y tan fuera de lugar, tan sus padres, con quienes no logro entablar conversación por más que lo intento. Una chica de gafas que no sé quién es, pero que siempre está y que tampoco habla. Y mis amigos, menos mal. 

Me emborracho rápido, y la fiesta acaba con saldo negativo a mi favor ante sus amigas las insulsas, sus novios a juego, sus padres los estirados y la chica de gafas que no sé quién es. Mis amigos me siguen queriendo porque están tan borrachos como yo.

Sí, siempre es lo mismo: ahora abriré la puerta y... no hay nadie. ¿Hola? Enciendo luces, busco por las habitaciones... ¿Hola? Nadie. Tampoco ella está. Vaya sorpresa.

©texto JAVIER VALLS BORJA
octubre 2012
©fotografía Von Aisader (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

jueves, 25 de octubre de 2012

El tálamo seco





EL TÁLAMO SECO, obra en un acto (de contrición)

ESCENA:
Una habitación.

ATREZZO:
Una cama.

DRAMATIS PERSONÆ:
Cuerpo 1
Cuerpo 2

ACTO PRIMERO (y único).
ESCENA PRIMERA (y final).

Una habitación triste con una cama marchita.

Dos cuerpos inertes, como sin vida, las conciencias insomnes, reposan en una cama que fue terreno abonado para el amor, y hoy es un medio estéril, lugar de desencuentro, donde ya nada es como era, donde ya nada es lo que era.

Una habitación que ya no es refugio, con una cama que no es más que un mueble, en la que ya no se declara la guerra ni se firma la paz, donde no anida el deseo, donde ni siquiera ya se habla, ni se ríe, donde se llora en silencio, de espaldas, y se piensa en un futuro que no lo es.

DIÁLOGOS:

Cuerpo 1.




Cuerpo 2.





TELÓN.

©texto JAVIER VALLS BORJA
octubre 2012
©fotografía Orleans_ (fuente flickr), ublicda bajo una licencia Creative Commons

jueves, 18 de octubre de 2012

El último desayuno



Con esa exactitud tan característica de la ciencia, la tostada cayó del lado de la mermelada, circunstancia que rápidamente aprovechó Toby para comérsela ruidosamente y llenarlo todo de migas que quedaron pegadas a la costosísima alfombra, mientras yo intentaba apartarlo haciendo aspavientos, todavía cuchillo en mano, que dieron como resultado el vertido del contenido de la cafetera sobre el mantel favorito de mi mujer, regalo de su madre, y al levantarme de golpe, empujé la silla con tanta fuerza que cayó sobre la vitrina, rompiendo los cristales de las puertas y buena parte de la vajilla de Limoges. A continuación, hice las maletas y salí discretamente de casa.

©JAVIER VALLS BORJA
octubre 2012
relato escrito (y no seleccionado) para el concurso "Relatos en Cadena", de la Cadena SER
©fotografía Mr.Antiheroe (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

miércoles, 17 de octubre de 2012

Desayuno sin diamantes



Este microrrelato, versión en castellano del original escrito en catalán (se puede leer más abajo), quedó finalista del "I Premi de microrelats La Nau", del Centre Cultural La Nau de Castelló, en abril del 2009.

Hoy tengo ganas de llorar, y no sé muy bien por qué. No es por la regla, no la tengo, ya no me baja. Analizo, introspecciono… Puede que haya visto demasiadas películas neoyorquinas y piense que con el psicoanálisis se puede solucionar todo. Repaso acontecimientos.

El despertador ha sonado a las cinco. He desayunado un zumo de pomelo y un café negro, sin azúcar. Después me he cepillado los dientes hasta hacerme sangrar las encías y me he duchado con agua fría. Se me va la vida cada vez que lo hago. Me he frotado el cuerpo con una esponja rasposa hasta dejarme la piel roja y reluciente como la de una cereza; pero ya hace tiempo que no está tan tersa como la de las cerezas. Crema hidratante, secador, maquillaje, pero que parezca que no voy maquillada, perfume, como si hubiera de enamorar a alguien, como si pudiera enamorar a alguien. Pido un taxi que llega con retraso. Doy la dirección del gimnasio. El taxista inicia una charlra insustancial. Yo me pongo el periódico delante para abortar cualquier conato de conversación. En el gimnasio, me mortifico con las máquinas y con la música hortera que sale a raudales por los altavoces. Masaje. Rayos UVA. Otra ducha fría. Con cepillo. Crema hidratante. Más secador. Más maquillaje, pero que parezca que no voy maquillada.

Llego a los juzgados. Antes, los ordenanzas me miraban al pasar, ahora es como si no les pasara nadie por delante. Café negro, sin azúcar. Enciendo el ordenador y reviso las pilas de expedientes que no menguan: informes, declaraciones, denuncias, peritajes, sumarios, sentencias… Y después, a la sala.

Hoy he desalojado de su casa a dos familias y le he quitado el hijo a otra. He comido sola, ensalada sin aceite y café solo, sin azúcar. Siempre como sola, ensalada sin aceite y café negro, sin azúcar. Después, me he cepillado los dientes hasta hacerme sangrar las encías. Intento redibujarme las facciones que este rostro de vieja ha devorado. De nuevo en el despacho, me he sumergido en el mar de relaciones, antecedentes, trámites, instrucciones, procedimientos…

Pido un taxi. Doy la dirección del centro de belleza. Depilación, tonificación, peeling. Mañana, peluquería, y pasado mañana, blanqueamiento dental. Pido un taxi. El taxista ni saluda. Le doy la dirección de mi casa y me pido la cena por teléfono: ensalada de algas y sushi vegetariano. ¿Qué cuántas raciones? Una, sólo una.

Llego a casa, una casa limpia, ordenada...

...vacía…

Hoy tengo ganas de llorar, y no sé muy bien por qué.



Desdejuni sense diamants

Aquest microrelat va estar finalista del I Premi de microrelats La Nau, del Centre Cultural La Nau de Castelló, a l'abril del 2009.

Hui tinc ganes de plorar, i no sé ben bé per què. No és per la regla, no la tinc, ja no em ve. Analitze, introspeccione... Potser he vist massa pel•lícules novaiorqueses i pense que la psicoanàlisi ho soluciona tot. Repasse esdeveniments.

El despertador ha sonat a les cinc. M'he desdejunat amb un suc de pomelo i un café negre, sense sucre. Després m'he raspallat les dents fins a fer-me sagnar les genives i m'he dutxat amb aigua freda. Se'm va la vida cada vegada que ho faig. M'he refregat el cos amb una esponja rasposa fins a deixar-me la pell roja i lluent com la d'una cirera, però ja fa temps que no està tan tibant, com la de les cireres. Crema hidratant, assecador, maquillatge, però que parega que no hi vaig maquillada, perfum, com si haguera d'enamorar algú, com si poguera enamorar algú. Demane un taxi. Done l'adreça del gimnàs. El taxista inicia una xerradissa insubstancial. Jo em pose el periòdic davant per a avortar qualsevol conat de conversa. Al gimnàs em mortifique amb les màquines i la música xarona que ix a doll pels altaveus. Massatge. Raig UVA. Una altra dutxa freda. Amb raspall. Crema hidratant. Assecador. Maquillatge, però que parega que no hi vaig maquillada.

Arribe als jutjats. Abans, els ordenances em miraven al passar, ara és com si no els hi passés ningú pel davant. Café negre, sense sucre. Engegue l'ordinador i revise les piles d'expedients que no minven: informes, declaracions, denúncies, peritatges, sumaris, sentències... I després, a la sala.

He fet fora de sa casa dues famílies i li he llevat el fill a una altra. He dinat sola, ensalada sense oli i café negre, sense sucre. Sempre dine sola, ensalada sense oli i café negre, sense sucre. En acabant, m'he raspallat les dents fins a fer-me sagnar les genives. Intente redibuixar-me les faccions que aquest rostre de vella ha devorat. De nou al despatx, m'he capbussat en la mar de relacions, antecedents, tràmits, instruccions, procediments...

Demane un taxi. Done l'adreça del centre de bellesa. Depilació, tonificació, píling. Demà, perruqueria i despús-demà, emblanquiment dental. Demane un taxi. El taxista ni saluda. Li done l'adreça de casa i mentre, em demane el sopar per telèfon: ensalada d'algues i sushi vegetarià. Que quantes racions? Una, només una. Arribe a casa, una casa neta, ordenada, buida...

Hui tinc ganes de plorar, i no sé ben bé per què.


©texto JAVIER VALLS BORJA
marzo 2009
©fotografía ruurmo (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

El juego




Con esa exactitud tan característica de la ciencia, como siempre, me hizo ver que estaba equivocada.

Una vez más.

Pero era la última, porque yo tenía un plan.

Le propuse que dejara de ser tan analítico por un momento, que se dejara hacer sin preguntar por qué. Íbamos a jugar a un juego en el que yo estaba segura de ganar. Él sonrió, escéptico, y aceptó el reto.

Se dejó atar de pies y manos a la cama de hierro. Le pregunté si creía que se podría desatar formulando ecuaciones y silogismos, y me respondió negativamente.

Salí de la casa sin dar un portazo, con una sonrisa triunfal.

©JAVIER VALLS BORJA
octubre 2012
relato escrito (y no seleccionado) para el concurso "Relatos en Cadena", de la Cadena SER
©fotografía Kris Ursachi (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons

lunes, 1 de octubre de 2012

Souvenir




Hotel Britannia, París. Junio de 2009, no importa qué día.

Llueve de un modo intermitente, no mucho, pero lo suficiente para fastidiar cualquiera de los planes previstos. Hay que joderse, venir a París, para esto.

Me debato entre salir o quedarme en el hotel, escribiendo unas postales que reproducen lugares que no he visitado, pero la habitación no invita a quedarse en ella durante el día. Me asomo a mi ventana del primer piso con los ojos puestos en el cielo, e intento decidir entre ir al Marché aux Puces de Saint-Ouen, o bien al Musée d'Orsay, para estar a cubierto. Hum... ha dejado de llover, creo que me arriesgaré con el Mercado de las Pulgas.

Antes de cerrar la ventana bajo la vista, y la calle Amsterdam, palpitante de idas y venidas, me abofetea con una imagen que al principio me deja paralizado, pero reacciono y tomo la cámara que compré —¡qué paradoja!— para inmortalizar momentos felices. Disparo y me encuentro con un souvenir impensado, de los que no se pueden desechar aunque se quiera porque se quedan agarrados al alma, sea eso lo que sea.

No compro nada en el mercado, apenas si he prestado atención a los puestos, y me como una baguette sentado en un banco. Mientras tanto, reflexiono sobre la escena que he fotografiado por la mañana, sin hacer juicios de valor que de nada servirían, y pensando en la vida y sus sucedáneos. Me asaltan las dudas a la hora de titular la fotografía, y delibero conmigo mismo sobre las dos opciones que se me han ocurrido: "La guerra de los mundos", o "Mundos paralelos". Me inclino por la segunda, convencido de que ambos bandos no se encontrarán jamás, pero encuentro el argumento lapidario y rimbombante y la dejo intitulada.

Llueve de nuevo y corro hacia el metro.

©texto JAVIER VALLS BORJA
septiembre 2012
©fotografía JAIME GONZALO CORDERO


Este texto ha sido escrito ex profeso para acompañar a la fotografía de Jaime Gonzalo Cordero, el cual propuso a un puñado de amigos un concurso de textos basados en ella. Mi intención al escribirlo es que texto y fotografía sean uno, y es por ello que el escrito por sí solo no se entiende sin haber prestado atención a la instantánea. Y ya que estamos, amigos, os recomiendo encarecidamente la lectura asidua del blog Pauta ancha, escrito por el autor de la fotografía, por ser uno de los lugares en los que podréis disfrutar de nuestro idioma en toda su pureza.