martes, 30 de abril de 2013

Te vigilaré desde el infierno

Sus manos se cerraron alrededor de la garganta del yacente, a quien creyó dormido, pero que hacía varias horas que era cadáver; así lo confirmaban la palidez y la frialdad de su piel. Apartó las manos bruscamente, con una mezcla de sorpresa y repugnancia por tocar un fiambre, aunque un momento antes no hubiera tenido reparos en matarlo él mismo.

Al lado del muerto, en la almohada, había un tubo de pastillas vacío y un papel doblado, con su nombre escrito en rojo, bien visible. Leyó la nota y, sin pensarlo dos veces, sacó la pistola, se dio la vuelta y le descerrajó dos tiros a su acompañante, que no tuvo tiempo ni de darse cuenta de lo que ocurría.

Sin temblarle el pulso ni lo más mínimo, releyó la misiva:

"El hombre que tienes detrás te está apuntando con una pistola; yo le he pagado para que te mate, pero mi hija está enamorada de ti. Como, por suerte, no viviré para verla contigo, he decidido darte una oportunidad. Cuídala, te vigilaré desde el infierno".

© JAVIER VALLS BORJA

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