Martín Preciado, 3º C, ponía en su buzón, y Purita se imaginaba a sí misma como la Sra. de Preciado, y es que aquel hombre le gustaba de verdad. Vivía justo encima de él, y siempre estaba atenta al más mínimo ruido que pudiera ayudarle a hacerse una idea de cómo era su vecino de abajo. ¡Ah!, y ya tenía pensada la reforma que harían para convertir los dos pisos en un maravilloso dúplex que sería su nido de amor por los siglos de los siglos, amén. Para conseguirlo, procuraba hacerse la encontradiza cada vez que podía, y así había descubierto que él no solía utilizar el ascensor, lástima, porque una de sus mejores fantasías acontecía allí. Conocía las horas a las que salía y entraba, siempre las mismas, lo cual también denotaba que era metódico y lo hacía más elegante a sus ojos. Debía de tener cerca el lugar de trabajo, pues siempre iba caminando, luciendo esos maravillosos zapatos que la tenían como hipnotizada.
JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007
agosto 2007
© de la fotografía jaded one (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons