jueves, 10 de septiembre de 2009

Sin pena ni Gloria 11/13

Mateo la llevó al hotel y se despidió de ella. Después se dirigió a la ciudad y compró lienzos, papel, óleos, acuarelas, pinceles, paletas, espátulas, caballetes, aguarrás, aceite de linaza y todo lo que pudiera necesitar para trabajar. Adquirió también un pequeño equipo de música y un buen puñado de compactos de jazz, además de vino y comida en abundancia y, así pertrechado, inició el regreso a su recién estrenado paraíso.

Su paraíso azul. El cielo y el mar compitiendo en azul. Azul puro. El azul puro del cielo, sin matices, puro; y el puro azul de las aguas transmutándose en albo cegador al morir las olas, espuma blanca, virginal, Mediterráneo destilado. Casas de cal, esencia de luz, rejas negras que, pese a ser rejas, no pueden retener los claveles reventones, los geranios que estallan en rojo, las margaritas, si, no, si, no... Palmeras estallando en el cielo con sus penachos de dátiles dorados, aliagas violentamente amarillas, el feroz verde de los pinos extendiendo su manto hasta la misma orilla del mar. Naranjos henchidos de fruta, limoneros, buganvillas que devoraban las tapias... todo era color que se agolpaba en sus ojos, luchando por llegar a la retina antes que el resto.

© del texto JAVIER VALLS BORJA
invierno1999

1 comentario:

  1. COMENTARIOS EN FACEBOOK

    Anita Noire
    Vale, no me des las coordenadas del GPS. Lo he adivinado. ¿Las playas de Bolonia, Cadiz?
    El 10 de septiembre de 2009 a las 9:37 ·

    Javier Valls Borja
    Mediterráneo, Anita, Mediterráneo... ¡Venga!, te invito a un café.
    El 10 de septiembre de 2009 a las 10:37 ·

    Anita Noire
    Ummmmm, Caguenlá, entonces es Fuengirola y yo con estos pelos. Mi cafe negro y corto.
    El 10 de septiembre de 2009 a las 19:36 ·

    Javier Valls Borja
    Yo tenía entendido que negro=largo... psé, leyendas urbanas...
    El 10 de septiembre de 2009 a las 21:34 ·

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