—Una desgracia, señorita Purita, una terrible desgracia— le contestó el marido, un abuelete afable y simpático que nunca apartaba los ojos de su escote, mientras su mujer la miraba con cara de vinagre. —El señor ese que vivía solo, el del 3º C, que parece ser que lo han despedido y lo han encontrado con el gas abierto y la cabeza dentro del horno. Casi saltamos todos por los aires, si no llega a ser por...
Purita ya no pudo seguir escuchando y casi se desmaya, tal fue la conmoción que le causó la noticia. Sintió que la envolvía un vahído, se le nubló la vista y tanteó en el aire, buscando algo donde agarrarse, y el abuelete afable y simpático impidió que cayera redonda al suelo asiéndola por las tetas desde atrás, mientras le restregaba la cebolleta por el trasero. Su mujer, al darse cuenta de la situación, empezó a darle bolsazos mientras le gritaba:
—¡Fresca, más que fresca! ¡Suelte a mi marido, putón, pendonazo!
Marilyn ladraba desaforadamente y Purita, intentando defenderse de la golpiza, se protegió poniendo ambas manos frente a la cara, hasta que, en uno de los viajes, el chicle se quedó pegado al bolso de piel sintética de la buena señora.
Cuando consiguió librarse de aquel par de energúmenos (ahora los bolsazos iban dirigidos al abuelete afable y simpático), se percató de cuál era ahora su situación. Se había librado del chicle, pero ya nunca vería su nombre en la etiqueta del buzón:
Martín Preciado
Purita Williams (aunque ese era su nombre artístico), Sra. de Preciado
3º C y 4º C (El dúplex que ya nunca existiría).
JAVIER VALLS BORJA
agosto 2007
agosto 2007
© de la fotografía Josesc (fuente: flickr), publicado bajo una licencia Creative Commons
Jajaja vaya desenlace inesperado. Mereció la pena.
ResponderEliminarSaludos, amigo.
Y luego dices que no soy yo nadie solucionando los finales. Viuda de Preciado sin haberlo catado, y el epitafio, el dúplex que nunca existiría, qué bueno, yo casi le cambiaba el título. El personaje que mejor me ha caido ha sido el vejete simpatico y salidorro, y a Martín Preciado yo lo he convertido en cura, lo mio es el clero.
ResponderEliminarGracias, Vázquez.
ResponderEliminarLa verdad es que este relato fue un divertimento que formaba parte de una obra más extensa escrita entre doce amigos, unos conocidos y otros desconocidos, y trataba de la vida de una comunidad de doce vecinos, y cada autor había de escribir la historia de un apartamento; el nexo de unión entre todas las entregas era un chicle. La idea era buena, pero al llevarla a la práctica no todos lo hicimos con la misma fortuna, y había relatos de muy alto nivel y otros bastante penosos, cosa que he comprobado que suele ocurrir en este tipo de juegos. De todos modos, yo le tomé un cariño especial a Purita, y quizá algún día sea la protagonista de una historia para ella solita.
Esta se queda en eso, un juego.
Un abrazo.
jajajaaaaa..., Ángel, miedo me da lo que podrías escribir tú con un cura y Purita como protas...
ResponderEliminarY el vejete todavía estará escocido por el calentón y los bolsazos, jajajaaaaa...
Un abrazo.
Ay, qué pena, pobre Purita y pobre Martín Preciado. Me encanta el detalle del viejo que no pierde ripio para palpar seno... Algunos son capaces de morderlos sólo con la mirada, ¡pero de ahí a tocar cacho con la 'parienta' al lado!
ResponderEliminarMe ha encantado. Eres genial, lo del chicle pegado desde el fragmento anterior sin permitirnos olvidarlo hasta traerlo a este, es de lo mejor. Los pequeños detalles hacen personas a los personajes. Besos, Javier...
¿Y ahora qué? :D
He leído cada uno de los capítulos de esta historia y realmente me ha encantado...y que puedo decir del final....que es sorprendente...un abrazo
ResponderEliminarJejejejeeeeee....
ResponderEliminar¡Cómo me gusta leerte de un tirón!
Sin cortes, publicidad, apagones de luz... jajaaaaaa...
Y lo mejor, pues que no te voy a dejar el comentario hasta mañanaaaaa... jajajjaa...
¡Te quiero piratilla!
Pues ahora, Lola, a leer citas de las buenas y crear esos hilos de discusión magníficos que me regaláis mis amigos/visitantes, y también algún microrrelato que os iré poniendo por aquí, hasta que os vuelva a torturar con otra historia por entregas. No sé a qué ritmo iré poniendo cosas (intentaré no bajar el que llevo hasta ahora), pero es que estoy inmerso en la novela y tú mejor que nadie sabes lo que eso conlleva.
ResponderEliminarGracias, como siempre, por tus palabras y tu aliento.
Beso.
Mil gracias, Marita, y bienvenida por estos lares; una más a sumar al grupo de magníficos amigos que por aquí os acercáis.
ResponderEliminarBeso.
Ana, eres mala, mala, mala, pero te perdono por ser como eres, cascabel, jajajaaaaa...
ResponderEliminarBeso.
Vaya, me había perdido unas cuantas partes de la historia. Y digo yo, ¿no podría resucitar el señor Martín? Jolín, que una historia de amor no acaba nunca jamás en tragedia.
ResponderEliminarTodo esto por culpa de los cuentecitos de princesas que leía de pequeña... agg
Saludos,
Sara.
Quizá sea así, Sara, y los cuentos de amor acaben en un gran banquete de perdices, pero ten en cuenta que aquí no había historia de amor más que en la mente de Purita. Yo creo que le pasó como a la lechera del cuento, aunque mi historia no pretende tener moraleja, ni mucho menos. Purita se había agarrado a un clavo ardiendo, para nada.
ResponderEliminarHay unos versos de Ramón de Campoamor que lo resumen perfectamente:
"La que ama un ideal, y sube... y sube...
suele morir ahorcada de una nube."
Pero eso no quita para soñar con los cuentos de hadas.
Beso.
Comentario para Javier Valls 1/1.000.000
ResponderEliminarEstimado Javier, después de haber tenido que esperar varios días para leer este fantástico relato tuyo y abrumada como siempre por tu prosa enriquecida y a la par divertida, he de decirte.....
Jajajajjajajajjajaaaaa.......
Me alegro de haber provocado esas carcajadas, Anuska. Espero con ansia los otros 999.999 comentarios.
ResponderEliminarBeso.
Bueno, bueno... ¡Por fin!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el final. El tema del duplex y la señora de Preciado es fantástico.
La crisis ha matado las ilusiones de la pobre Purita.
Saludos
Sí, Bea, el tema de la crisis nos lleva a todos de cabeza... dentro del horno, jajajajaa...
ResponderEliminarGracias por venir por aquí y aguantar hasta el final.
Beso.
¡¡¡ MARAVILLOSO !!!
ResponderEliminarUn lujazo leerte de principio a fin.
Un relato fresco, divertido, bien escrito y con un final muy buenoooo.
Un amigo fantástico.
Un escritor brillante.
Un comentario sincero.
Un testamento que acaba, ya.
ABRAZO INMENSO.
NOTA: Que conste que he resumido mi millón de comentarios en dos sólo por piedad, ¿eh? Jajaja.
A todos los que quieran saber cuánto le pago a Ana para que me piropee de ese modo, les diré que en esa cifra hay muchos ceros... a la izquierda, jajajaaaa...
ResponderEliminarBeso enorme, Ana.