Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro, dijo el poeta...
Quemé el libro, talé el árbol, maté al hijo...
...
¿Y tú, por qué me juzgas, sin conocer mis motivos?
©texto JAVIER VALLS BORJA
julio 2012
©fotografía cygenta (fuente flickr), publicada bajo una licencia Creative Commons
Qué grande amigo Javi!
ResponderEliminar¡Gracias, Ruth! muás
EliminarNo te juzgo, me pregunto por qué quemaste el libro?.
ResponderEliminarEl desconocer las razones que llevan a alguien a hacer algo, no significa que estas no existan, Elena, por eso tu planteamiento es el bueno, al intentar conocer los motivos, en vez de juzgar.
EliminarBeso.
Nunca se debe juzgar a nadie, ni a uno mismo siquiera, porque cuando una persona hace algo, sea lo que sea, (a no ser que sea un enfermo mental), lo realiza bajo unas circunstancias, un pensamiento y un lugar, y todo eso, jamás se volverá a repetir, por eso mismo, no debemos castigarnos por decisiones anteriores equívocas, ya que en ese momento, fué lo que mejor creímos que había que hacer, si no nos juzgamos a nosotros mismos, por qué juzgar a los demás?
ResponderEliminarMil besos.
Hay algo que es inherente al ser humano, y es la curiosidad, el querer saber. Por ello, es difícil que nos pase desapercibido cualquier cambio en nuestro entorno. Si de pronto notas que un vecino que solía ser simpático se ha tornado arisco, inevitablemente te preguntas qué es lo que ha podido pasar. Repasas la información que tienes acerca de él, la analizas, pero eso no es juzgar. Juzgas cuando, conociendo los motivos que lo han llevado a asumir ese cambio de actitud, piensas que está bien o mal.
EliminarPor otro lado, pienso que sí que es bueno juzgarse a sí mismo.
Si me juzgara a mí misma, ni me miraría.
EliminarNo seré yo...
ResponderEliminarNo, Anita, tú no, eso lo sé... la asertividad (tu asertividad) es lo que tiene :)
EliminarNo vivo juzgando ni juzgándome pero sí reflexionó sobre mi misma y sobre las decisiones que he tomado para no repetir el error. Y algunos que han hecho mucho daño merecen no sólo nuestro juicio sino también el juicio de la historia. No creo en el vacío ni en el relativismo. Respecto del niño, el árbol y el libro les diré que hasta ahora no hice nada de las tres cosas y me siento perfectamente bien.Un abrazo a todos
ResponderEliminarCristina
El problema no es el juicio, que a veces, también, sino el prejuicio indocumentado, injustificado e injusto. El prejuicio es soberbia. Se han de conocer las razones y, aún así, huir de juzgar como de la peste, pero prejuzgar, jamás. Yo lo he hecho, como todo el mundo, y reconozco que me he equivocado casi todas las veces, por no decir todas. Muy a mi pesar, lo sigo haciendo si descuido mi lado social y educado, pero siempre intento corregir y enmendar esa tendencia a creer que estoy en posesión de la verdad.
EliminarEn cuanto a los libros, se podría decir que sí he quemado alguno, aunque lo compenso intentando escribir otros. También he talado árboles, pero menos de los que he plantado. Y al hijo... ¿cómo lo voy a matar, si es mi vida?
Muy bueno lo que dices, Javier. Cuando hace unos días hablábamos de la vida siempre EN CONSTRUCCIÓN , entre otras cosas,la lucha contra el prejuicio está implícita.
ResponderEliminarSaludos
Cristina
Efectivamente, Cristina, está implícita la lucha contra el prejuicio y contra esta educación errónea que hemos recibido.
EliminarPues eso, sigamos construyendo, sin que nos importe derribar aquello que haya quedado obsoleto o sea un obstáculo para que pasen la luz y el aire fresco.
Beso.